martes, 5 de febrero de 2013

Libertad de expresión y religión en el Egipto post-Mubarak

No existe transición fácil, sobre todo cuando la situación económica, social y política es tan complicada como en el Egipto actual. Como ya señalé en un artículo anterior, Egipto se enfrenta a numerosos retos. Morsi ha logrado hasta ahora vencer en las urnas, por un margen exiguo, y aprobar un borrador de constitución impopular por amplia mayoría (dos tercios) de una participación que no llegaba al tercio del censo electoral. Sin embargo, no ha logrado a día de hoy estabilizar un país donde su divisa se hunde cada día más, el paro es rampante y los disturbios con fallecidos son el pan nuestro de cada día. El ejército se ha mantenido relativamente al margen durante los disturbios y desde que cedió el poder al nuevo presidente en junio del pasado año. Incluso se ha ofrecido a mediar en el diálogo entre gobierno y oposición. Queda por ver cuanta paciencia le queda si Morsi sigue sin poder frenar la violencia y el caos que se apodera del país durante mucho más tiempo.

Uno de los mayores temores de la sociedad egipcia es la reedición del régimen de Mubarak, esta vez bajo bandera islamista, que sea aún peor que el original. Razones no les faltan para pensarlo, pues su llegada al poder no ha servido precisamente para dar libertades, sino para utilizar todos los instrumentos y leyes represivas del anterior gobernante y usarlas a su antojo, blindando alguna de ellas. Sin ir más lejos, la inclusión en la Constitucion de un artículo que elevaría la blasfemia a delito constitucional, no es más que una perpetuación del artículo 98F de su código penal de 1937. Dicho artículo ha actuado como ley contra la blasfemia al establecer que un “Confinamiento por un periodo de no menos de seis meses y que no exceda de cinco años, o una multa de no menos de 500 libras y que no exceda de 1000 libras, puede ser aplicada a quien use la religión para propagar, ya sea de palabra, por escrito u otros medios, ideas extremistas con el propósito de incitar a la sedición, ridiculizar o insultar una religión celestial o secta derivada de esta, o dañar la unidad nacional". Además, la aplicación de la ley es básicamente cuando se "ofende" al Islam. El insulto, acoso y abuso hacia las demás religiones está tacitamente permitido, cuando no directamente incentivado; sobre todo en lo referente al judaismo. Por si esto no fuera poco, el artículo 31 de la nueva constitución establece la prohibición de insultar o mostrar desprecio por cualquier ser humano.

La inclusión en la nueva constitución egipcia de la Universidad de al-Azhar es una verdadera institucionalización de la censura, ya que hace mucho más que propagar la cultura y religión islámica. En su página web, al hablar de la Islamic Research Academy, se dice textualmente que se encarga de controlar todas las publicaciones que vayan contra el Islam (Sin especificar demasiado qué supone ir contra el Islam). Aunque esta capacidad censora no es nueva. Desde 2004 puede ordenar el secuestro y confiscación de cualquier publicación. Todo lo anterior obliga a académicos, medios de comunicación, escritores y otros a autocensurarse y perder buena parte de su libertad de expresión si no quieren verse acusados de difamación o blasfemia por conceptos tan vagos como quebrantar la "paz social", "la unidad nacional" o "los valores públicos". Según un informe del Arabic Network for Human Rights Information, en los primeros 200 días desde que Morsi accedió al poder se han dado ya más casos de demanda por difamación y blasfemia que durante los 120 años anteriores.

Arte copto


Otro frente de batalla es el de la libertad religiosa, particularmente en relación a la "minoría" de diez millones de coptos del país. Aunque viven en relación de vecindad con los egipcios musulmanes, hay barreras religiosas y sociales que les impiden mezclarse y su situación real es la de ciudadanos de segunda. Aunque existan familias coptas ricas e influyentes, su representación es escasa en conjunto. Es verdad también que la iglesia copta ortodoxa no permite el matrimonio civil o religioso de un varón copto con una musulmana y que el varón no copto que quiera casarse con una mujer copta debe convertirse. Pero no hay verdadera tolerancia por parte de la mayoría musulmana. Los ataques contra estas comunidades son una constante, con gran permisividad de las autoridades. La Primavera Árabe no les ha traido una mayor igualdad, sino temores aún mayores de una restricción de sus ya escasas libertades debido al gobierno de los hermanos musulmanes. Uno de los mayores problemas está en la construcción de iglesias

La legislación egipcia, comenzando desde el Decreto de Hamayouni en 1856, modificado en 1934 por las diez condiciones de Al-Ezabi, obligaba al cumplimiento de una serie de condiciones vagas y arbitrarias, tales como saber si hay objeciones de la población musulmana local, medir la distancia respecto a otros lugares de culto, determinar la cantidad de fieles o la distancia que les separaba del Nilo o el ferrocarril, etc.Y, en cualquier caso, era en última instancia el presidente quien firmaba la autorización. Esto significaba en la práctica la imposibilidad de construcción de nuevos lugares de culto y un muy difícil mantenimiento de los ya existentes. Las mezquitas no necesitaban cumplir ninguna condición especial. Hubo que esperar a finales de los años noventa para que se eliminara la obligación del permiso presidencial, que se delegó en los gobernadores de las provincias (1998) y un decreto de 28 de diciembre de 1999 en que Mubarak pone en pie de igualdad la reparación de mezquitas e iglesias. Hoy día sigue en discusión la llamada Ley unificada para la Construcción de Lugares de Culto, que estaba muy avanzada antes de la caida de Mubarak, y contiene mejoras y sobre la anterior. Pero las limitaciones que impone: no construir a menos un kilómetro de un lugar de culto ya existente y la obligación de una dimensión mínima de mil metros cuadrados, hacen difícil la construcción de nuevas iglesias. Sobre todo en zonas pobres y rurales, donde los cristianos coptos difícilmente lograrán los fondos necesarios.

Europa, y particularmente alemania, está preocupada por el respeto a los derechos humanos y la libertad religioso. Durante su reciente visita a Angela Merkel en Berlón, Morsi se comprometió a respetar la libertad religiosa y dijo "soy musulmán, y mi religión me obliga a respetar todas las religiones", aunque esto no tranquilice en mucho a los expertos, que auguran, si no hay cambios, una mayor islamización de la sociedad en los próximos años. 

1 comentario

  1. Es peligrosisimo todo esto. Es de una intolerancia hacia lo que no sea musulmán, que da miedo. Yo desde luego no pienso volver a pisar un país donde no se respetan las libertades. Si todos los países occidentales, tan respetuosos para con quien no es respetuoso con ellos, dejaran de visitarlos y los aislaran económicamente, ya veríamos si se les bajaban los humos. Por mi parte, ¡Que les den! (ya se que soy radical, pero ¿y ellos?)

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