martes, 22 de marzo de 2016

Interculturalidad frente a la barbarie

Asistimos con renovado horror a un nuevo acto de barbarie terrorista en Bruselas, en pleno corazón de Europa. La discusión sobre si este nuevo ataque pretende responder a la detención de Salah Abdelsalam, autor de los atentados de París del pasado noviembre, o ya estaban planificados con anterioridad, es totalmente secundaria. Lo principal es que Europa y el mundo occidental se enfrentan a uno de sus mayores desafíos de la edad moderna. 

Comic en estado puro en un edificio de Bruselas. Fuente propia
La crisis europea en relación a los refugiados sirios y la pobre respuesta de muchos países europeos de modo individual, sin mencionar la inacción colectiva, no es la causa de la barbarie, pero sí un elemento más de desestabilización de la idea de Europa. Al calor de las crisis políticas, surgen siempre populismos que se alimentan de los prejuicios y miedos más profundos del ser humano. En realidad, éstos han estado siempre ahí, latentes. Esperan su oportunidad para salir del ostracismo, que es el verdadero lugar que les corresponde.

Si bien debe haber, y confío plenamente que así sea, una fuerte y contundente respuesta de las fuerzas y cuerpos de seguridad belgas y de los demás países europeos, ello debe hacerse sin que los derechos y libertades fundamentales se vean afectados. Europa puede presumir en general de unos altos estándares en la defensa de los mismos, y así debe seguir. El conflicto clásico entre libertad y seguridad que Estados Unidos ya ha sufrido en sus carnes y ha resuelto, en detrimento de la libertad, con la aprobación provisional del Acta Patriótica en 2001 (USA Patriot Act) y definitiva en 2006, no es el camino a seguir. No se trata sólo de que paguen justos por pecadores, sino que además, el enemigo puede ser cualquiera.

Como ya se ha visto con los atentados de París y otros, el perfil del yihadista actual no es el de un recién llegado a Europa. Se trata en demasiadas ocasiones de jóvenes europeos de segunda o incluso tercera generación y no existe un perfil típico: unos vienen de barrios conflictivos y familias desestructuradas, otros provienen de familias acomodadas, están educados y parecían inmunes al canto de sirenas del yihadismo, pero cayeron igualmente. Esto complica enormemente tanto su detección como adoptar medidas que permitan combatir la fuente del problema.

En el 3er Foro Elcano de Terrorismo Global (FETG): La actual movilización yihadista en Europa occidental, (pueden visionarse los videos de las mismas), que tuvo lugar el 16 de noviembre de 2015, se analizaron los procesos de radicalización y reclutamiento, apuntando diferencias existentes entre los países europeos y que deberían ser tenidas en cuenta a la hora de elaborar políticas antiterroristas. En concreto, se analizaron, junto con España, los casos de Dinamarca, Finlandia, Suecia, Irlanda, Reino Unido, Alemania, Bélgica, Francia e Italia.  

En lo que concierne a España, el documento de trabajo de Fernando Reinares y Carola García-Calvo del Real Instituto Elcano“Terroristas, redes y organizaciones: facetas de la actual movilización yihadista en España”, nos da importantes pistas del perfil del yihadista en España: joven, de 15 a 29 años; mayoritariamente hombre; nacionalidad española en casi la mitad de los casos y en otro 40% marroquí; esto último no extraña si se pone en relación con el dato que el 75% de los detenidos por yihadismo en España lo han sido en Ceuta y Melilla, geograficamente muy próximos. En la península, Barcelona es el punto más caliente en actividad yihadista.
 
¿Cómo se puede afrontar la amenaza a largo plazo? El multiculturalismo, la coexistencia de diversas culturas en un mismo territorio, ha fracasado hace largo tiempo. Su problema principal es que no propicia el diálogo ni la interacción, al establecer una suerte de foto fija que no admite contactos ni diálogo que rompan la situación de statu quo. Es hora de cambiar de paradigma y avanzar hacia la interculturalidad, diferenciada de la anterior en que se busca de modo activo una relación entre las diferentes culturas que, mediante un diálogo constructivo y el reconocimiento mutuo de sus respectivos valores, den lugar a dinámicas sinérgicas. El diálogo sería más profundo en aquellas zonas que dieran lugar a más conflictos. El plano de igualdad en que se establecería la relación, no implica que se anule la posibilidad de realizar juicios críticos en relación a los valores del otro (el relativismo cultural del multiculturalismo ha hecho mucho daño en este sentido), sino que estos sean inicialmente pospuestos hasta conocer mejor el componente simbólico que subyace a éstos.

Por supuesto, esto no se arregla con flores y abrazos. Los señores (y algunas señoras) que portan cinturones de explosivos o armas para acabar con inocentes deben ser combatidos con toda dureza. La Unión Europea y los países que la conforman deben formar un frente unido, que esté a la altura de lo que los tiempos exigen. Espero que para darse cuenta de ello no haga falta la pérdida de más vidas.

No hay comentarios

Publicar un comentario

© La Justicia Como Equidad
Maira Gall