jueves, 28 de marzo de 2013

II Coloquio AVAPOL - Regeneración democrática: La opinión de los académicos

El pasado 21 de marzo tuvo lugar en el Palacio de Colomina de Valencia la segunda sesión del ciclo de AVAPOL dedicado a la regeneración democrática. En su momento, dediqué una crónica al primer coloquio, que contó con la presencia de representantes de diferentes partidos minoritarios. En esta ocasión, se quiso conocer la opinión del sector académico en relación a la regeneración democrática, para lo que formaron parte de la mesa: Margarita Soler, Directora del Departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Valencia; Joaquín Marco, Vicedecano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad CEU Cardenal Herrera; Diego Álvarez, profesor titular de la Universidad Politécnica de Valencia; y con Ginés Marco, Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Valencia. Todo ello moderado por David Sabater, miembro de la Junta Directiva de AVAPOL. 

De izquierda a derecha: Joaquín Marco, Margarita Soler, David Sabater, Diego Álvarez y Ginés Marco.

El primero de los ponentes en abrir el debate, tras la presentación de rigor de la actividad por parte del moderador, fue Joaquín Marco, quien opinó que nos encontramos en una partitocracia por varias razones. La primera,  por la existencia de un sistema electoral mayoritario, no tanto por la fórmula repartidora, sino por el tamaño de la circunscripción, que fomenta el voto útil y beneficia a los dos mayores partidos. Además, aunque haya listas abiertas al Senado, se usan muy poco y, lamenta, estamos condenados a elegir aquellos que el partido ponga en sus listas. En segundo lugar, la existencia de disciplina de voto, votando siempre las mismas premisas aunque no se compartan todas las ideas , perjudica la cultura democrática, pues hace que el ciudadano no se sienta representado. Como tercera razón, critica la elección política de los máximos órganos de la judicatura, como el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, y defiende la necesidad de encontrar otro método de elección no identificado ideológicamente. También señaló la insuficiente potenciación de la democracia directa pues, por un lado, la Iniciativa Legislativa Popular sirve de poco, al quedar muchos temas excluidos de derecho y de hecho por las mayorías parlamentarias y, por otro, el referendum es un proceso muy costoso, aunque necesario en ciertos casos. Por último, destaca la falta de claridad en ocasiones entre el poder ejecutivo y el legislativo, haciendo complicado distinguir entre gobierno, grupo parlamentario y partido.

El segundo interviniente fue Margarita Soler. Comenzó con un pequeño resumen de la situación, de como "de repente" descubrimos que aparentemente nadie ejercía el poder como debía (ni el gobierno, ni llos medios, los bancos...). Falló todo el sistema de poderes y contrapoderes. Así pues, habría que volver de nuevo al debate sobre las virtudes republicanas, de la Res Publica, y realizar un cambio profundo en los partidos políticos (financiación, democracia interna) y en el concepto de participación política. Critica también la sacralización de la Constitución, que parece cerrada cuando debates como el modelo territorial siguen, en verdad, abiertos. Y es muy firme respecto a la necesidad de establecer medidas contra el fraude fiscal y una intervención y rígido control externo de las administraciones públicas, con profesionalización del mismo e independencia. Todo ello sin olvidar el importante papel que la mujer debe jugar en esta reconstrucción de la democracia. Concluyó afirmando que la clase política ha perdido credibilidad y valor simbólico y que restaurar la confianza en las instituciones y todo lo que entendemos como democracia, forma parte del sistema democrático.
 
Diego Álvarez coincid con la necesidad de recuperar los valores cívicos (equidad, esfuerzo y otros) y desarrollar una visión crítica propia. Para el, hay que entender que la democracia es polifacética y critica el flaco favor que hacen los medios en ocasiones al tratar las noticias. En cualquier caso, si comparamos y entendemos la democracia, podremos saber si está de verdad en tan mal estado como se dice (como nota personal, coincido plenamente. Hay problemas, hay corruptos, pero ni de lejos está todo podrido). Para encontrar soluciones, defiende el mantenimiento de un pensamiento divergente, que proponga nuevas alternativas entre las que elegir, en contraposición al pensamiento convergente que lleva a defender una única solución. Recuerda que es vital defender la democracia de ataques sobre su eficiencia y ante la captura del Estado por parte de grupos y élites poderosos, con capacidad de influir en las políticas públicas en los partidos por la vía de la financiación. Cree que hay que abrir la democracia y avanzar hacia una gobernanza inclusiva basada en la transparencia y la colaboración. Pero, también es hora de un cambio cultural pues, a pesar de tener las herramientas para participar, la gente no siempre está dispuesta a ello. Hay que apasionarse por la política.
Finalizó el turno de intervenciones Ginés Marco, que comenzó lamentando que la democracia se entienda mal, dándoles un toque de relativismo y la impresión de que, si todo es opinable, nada se puede imponer. (¡Cuánta razón! El buenismo relativista nos ha llevado en demasiados casos a la tolerancia del intolerante en aras de una multiculturalidad mal entendida o, como se señala aquí, un mal entendimiento de lo que verdaderamente es democracia). Partiendo de los postulados sobre la confianza política de Robert Spaemann (Si desean saber más sobre su obra, les sugiero la lectura de este pequeño estudio), explica que la confianza es "un acto humano que referimos a personas, por tanto a sujetos libres" y que todo intento de regeneración democrática pasa por las personas. Así, se puede confiar en una persona que esté dispuesta a mucho, pero no a todo. Es decir, no todo vale para conseguir unos objetivos o desacreditar al adversario, pues entonces primaría el oportunismo y la corrupción. La política tiene un rostro humano al que pedir responsabilidades pero, como en el ámbito político no cabe el perdon del ámbito personal, hay que asumir responsabilidades por adelantado. ¿Cómo se hace eso? Plantea una serie de claves: Tener claro el propósito (estrategia central), aplicar una misma vara de medir ante las irregularidades (estrategia de las consecuencias), rendición de cuentas (estrategia de los ciudadanos), responsabilizarse de las delegaciones de poder (estrategia del control) y, por último, que los valores sean la seña distintiva de la acción política (Estrategia de la cultura).
 

Tras las intervenciones de los ponentes se dio paso a un turno de preguntas que se hizo corto, pero que planteó cuestiones diversas cuestiones que no habían sido nombradas o que requerían de más definición. Así, se planteó a los ponentes si creían que había un núcleo intangible de la Constitución, que no conviniera tocar. (básicamente derecho fundamentales). La impresión general era que se podía cambiar casi cualquier cosa de la Constitución, siempre y cuando se respetase ese mínimo inamovible. Otra pregunta planteó algo que seguro nos ha pasado por la cabeza a todos ¿Pensaríamos lo mismo sobre los problemas de la democracia de no haber sido por este momento de crisis económica? ¿Hasta cuánto condiciona el factor económico nuestra visión del problema? Como ya pueden imaginar, sí que afecta y permite aprender lecciones sobre cómo ser más sobrios y no dilapidar recursos. Uno de los ponentes defiende además que la acción política es la clave, concediendo importancia a lo que realmente es importante, no cosificando a la persona ni masificando la sociedad, y buscando el bien común antes que la satisfacción de intereses particulares. Es, pues necesario un rearme moral y un compromiso cívico profundo. No podía faltar tampoco una pregunta sobre la judicialización de la política y de cómo deberían actuar los cargos públicos sobre los que recaigan sospechas. En principio, se pide respete al principio de presunción de inocencia (Aquí no me cansaré de repetir que el simple hecho de ser acusado de algo no implica que uno sea culpable, ni siquiera que llegue a estar imputado, y que se trata de una garantía judicial básica y necesaria). Otra cosa es articular de algún modo un criterio unitario sobre lo que los cargos políticos deberían hacer al ser imputados, en lugar de la incertidumbre actual. Por otro lado, creen que deberían acelerarse los procesos judiciales que les afectan, pues su prolongación en el tiempo va en detrimento de la clase política. 

Espero que la presente crónica les haya servido para hacerse una idea razonable de lo debatido y les anime a acercarse a posteriores sesiones de este ciclo sobre regeneración democrática que AVAPOL, asociación a la que siempre agradezco la invitación a sus eventos, lleva a cabo este año.


22/05/2013. Actualización: AVAPOL ha colgado en dos partes las grabaciones del coloquio. Los vínculos son los siguientes:
-Parte 1. http://vimeo.com/66045211
-Parte 2. http://vimeo.com/66253805

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