Una
sociedad ideal, no equivale a una sociedad homogénea. Ya alertaba
Karl Popper sobre el peligro de las sociedades utópicas, aunque
pueda resultar paradójico. Si nos encontramos ya en el sistema más
perfecto e ideal, esto conducirá por fuerza a ser intolerante
respecto a propuestas alternativas; si ya se está en posesión de la
verdad, no se podrá tolerar que otros vivan en el error. La
pretensión de homogeneidad a lo que conduce es a la condena de la
diferencia; condena que puede no ser jurídica, pero si social, y
conducir a un castigo mucho mayor del que la ley nunca podría
imponer.
Los regímenes totalitarios han pretendido siempre, no la creación de sociedades ideales, sino que la sociedad y el modelo de estado que representan son los ideales. Esto se ha llevado a cabo impidiendo el libre desarrollo de la individualidad humana o limitándolo sobremanera; poniendo trabas a la libertad de pensamiento – la más íntima y privada-, de opinión, de expresión, de asociación, es decir: todas aquellas cosas que se suponen básicas en una sociedad democrática. Lo curioso es que hasta las sociedades más autocráticas deben de ver algo en la democracia, pues todas intentan legitimarse llamándose a sí mismas democracias y pretendiendo ser muy superiores a las llamadas democracias liberales. Bastará recordar las palabras de Lenin afirmando que “La democracia proletaria es un millón de veces más democrática que cualquier democracia burguesa. El Poder soviético es un millón de veces más democrático que la más democrática de las repúblicas burguesas.”
Los regímenes totalitarios han pretendido siempre, no la creación de sociedades ideales, sino que la sociedad y el modelo de estado que representan son los ideales. Esto se ha llevado a cabo impidiendo el libre desarrollo de la individualidad humana o limitándolo sobremanera; poniendo trabas a la libertad de pensamiento – la más íntima y privada-, de opinión, de expresión, de asociación, es decir: todas aquellas cosas que se suponen básicas en una sociedad democrática. Lo curioso es que hasta las sociedades más autocráticas deben de ver algo en la democracia, pues todas intentan legitimarse llamándose a sí mismas democracias y pretendiendo ser muy superiores a las llamadas democracias liberales. Bastará recordar las palabras de Lenin afirmando que “La democracia proletaria es un millón de veces más democrática que cualquier democracia burguesa. El Poder soviético es un millón de veces más democrático que la más democrática de las repúblicas burguesas.”
Para realizar
afirmaciones de este tipo apuntan a los fallos de las democracias
liberales, al hecho de que, según ellos, no existe igualdad. Cabría
preguntarse a qué igualdad se refieren: ¿Igualdad para estar
oprimidos por una minoría que habla en su nombre y a la que no
eligen? Recordemos que las elecciones en estos Estados son pura
pantomima. ¿Qué tipo de gobierno representativo se puede obtener de
sistemas de partido único o con una oposición nominal sin
posibilidad de alcanzar el poder, con índices de participación
altísimos (tan altos que no es extraño que voten los muertos),
donde no hay libertad o se intenta restringir desde el aparato del
Estado? Todos los países de la antigua órbita soviética y otros
como Cuba y Venezuela entran de lleno en este caso, pero intentan
legitimarse a sí mismos llenándose la boca con “El Pueblo” y
adoptando una política de demonización de cualquier opinión
disidente; tachándola de traidor o vendido a intereses extranjeros.
Lamentablemente,
creo que siempre existirá algún grado de desigualdad, por muchos
recursos que se pongan para remediarlo. Esto no significa que haya
que poner todo de nuestra parte para reducir al mínimo la cantidad
de gente en esta situación. Sigo la explicación que da John Rawls,
quien explicaba que la desigualdad social sólo está justificada si
los menos afortunados se encuentran en mejor posición de la que
estarían en cualquier otro sistema. Además, entiende que en
cualquier sociedad libre y productiva, existirá algún grado de
desigualdad, ya que algunos individuos pueden estar más motivados o
trabajar más duro y, por tanto, pueden esperar legítimamente
mayores recompensas a sus esfuerzos. Pero, en todo caso, esto sólo
se sostiene si todos tienen los mismos derechos individuales y
libertades y gozan de la misma igualdad de oportunidades, apoyada en
el acceso a una buena educación y posibilidades reales de llevar a
cabo sus objetivos.
Muy buen artículo... da mucho que pensar :)
ResponderEliminarGracias mispolkadots
EliminarEspero escribir más cosas que puedan interesarte