miércoles, 20 de febrero de 2013

Apuntes al natural de un erasmus en Suecia (1)

No sé si serán los años, pero cada vez recuerdo con más cariño el año que pasé estudiando en Suecia con el Programa Erasmus, quizás el programa más exitoso de integración europea de toda la historia de la Unión. ¿Por qué? Muy simple, porque los jóvenes europeos salen de sus países de origen y se conocen; así de sencillo. Los prejuicios son hijos de la ignorancia y los estereotipos, aunque pueden tener una lejana base real y dar para muchos y buenos chistes, suelen ser tan extendidos como injustos. Por cierto, y este comentario lo dirijo a aquellos críticos con este programa de intercambio, la mayoría de los erasmus hemos llegado a ir a clase en nuestras universidades de destino, aprobado los exámenes, presentado los trabajos pertinentes y, sorpresa, nos manteníamos sobrios en muchas de esas épicas fiestas que el imaginario colectivo nos atribuye (Aunque sí, reconozco también que da para muchas y jugosas anécdotas que el decoro quizás me impide escribir... o no. La película El albergue español es en ocasiones un pálido reflejo de la realidad y, en otras, pura exageración sentimental).


¿Cómo elegir el destino? Las motivaciones de cada estudiante son infinitas, aunque hay una en concreto que me parece que aboca la experiencia al fracaso: considerarlo como un modo de hacer un largo curso de inglés en el extranjero. En la universidad sueca donde cursé estudios, la Mittuniversitetet, llegaron a devolver a dos estudiantes españolas que llegaron sin dar la talla mínima en este idioma. Así que, mejor llevar un buen nivel desde casa y preocuparse de aprender la lengua del país. De hecho, me ofrecieron un curso intensivo gratuito de sueco en uno de sus campus, un mes antes de comenzar el semestre, que acepté encantado. Eso sí, fui el único español y, es más, siendo 26 estudiantes, 23 eran alemanes. Confieso que me resultó frustrante el inicio del aprendizaje del sueco. Los demás parecían avanzar mágicamente a mucha más velocidad, por mucho empeño que pusiera; y le eché más horas que un tonto de estudio. Unos pocos años después, cuando comencé a estudiar alemán, entendí con rapidez por qué aprendían tan deprisa. Pertenecer a la misma rama de lenguas ayuda mucho. En cualquier caso, una vez interiorizadas las bases de la lengua y memorizada una cierta cantidad de vocabulario, me sentí inmensamente feliz de no haber tirado la toalla ante las primeras dificultades. 

Otras personas eligen destino con afán de aventura y descubrimiento. Pese a que existen fabulosas universidades, de larga tradición y gran reputación en los países de la Europa Central, países bálticos y Escandinavia (y Turquía, que también forma parte del programa), hay que reconocer que no son la primera opción de la mayoría de la gente. No se trata precisamente de miedo, sino de puro desconocimiento. Por fortuna muchos acaban lanzándose a la que será la experiencia de su vida, como fue mi caso. Que un español elija un sitio en el que, a priori, le van a colgar carámbanos de hielo de la nariz, no parece normal. Pero, primero de todo, ni Suecia es Siberia, allí sólo llegábamos a -30 grados en lo peor del invierno y el Círculo Polar Ártico estaba a 600 km, ni hace tanto frío cuando se lleva la ropa adecuada (Det finns inget dåligt väder, bara dåliga kläder - No hay mal tiempo, sino ropa mala). Las mallas debajo de los pantalones a partir de los -10 grados hacen milagros.
Vista de Sundsvall desde mi apartamento en Nacksta. La montaña de la izquierda es Norra Berget, la de la derecha Södra Berget. El centro de la ciudad estaba a unos 20 minutos a pie en linea recta.
Cada ciudad es un mundo, y en las más grandes es posible pasar relativamente desapercibido, pero cuando se está en una storstad (gran ciudad) como Sundsvall, de menos de 100.000 habitantes, donde los estudiantes suelen estar concentrados en determinados bloques de apartamentos y residencias, conocerse es casi inevitable. Creedme, no es una queja, sino más bien lo contrario. Los erasmus allí nos conocíamos todos y estábamos en contacto diario. Como curiosidad, las puertas de los apartamentos ni siquiera estaban cerradas con llave durante el día si había alguien en casa, y se podían abrir desde fuera sin mayor dificultad. Eso sí, hubo que acostumbrarse a llevar calcetines en perfecto orden de revista, que al entrar en cualquier casa sueca tocaba descalzarse.
Iré desarrollando en posteriores posts aspectos particulares de la estancia. Como soy una persona amiga del buen comer, ya podéis imaginar la temática de la siguiente entrada. Mantengamos ese espíritu de camaradería y apertura que teníamos como erasmus y, los que hayan ido perdiendo con antiguos amigos, recuperadlo. Nunca es tarde y seguro que se acuerdan de vosotros con cariño. Un saludo a todos.

7 comentarios

  1. Es una de las mejores y divertidas experiencias que un estudiante podría tener. Yo no fui de Erasmus pero me gustaría mucho. Bueno ya no tengo oportunidad para eso ^^ Lo recomendaría a todos los que tienen oportunidad y posibilidades.
    Muy buen artículo, Seguramente servirá como una guia estupenda para los que quieren hacerlo pero tienen dudas.

    Besos!

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    1. Muchas gracias. Sin duda fue la mejor experiencia de mi vida y que recomiendo encarecidamente a todo el mundo. Insisto en que es el mejor y más exitoso programa de integración europea creado jamás. No dudéis, hacedlo.

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  2. Yo lamento no haber ido de Erasmus, una oportunidad de cambiar de ambiente y de cultura que probablemente jamás se vuelva a presentar.

    Es cierto que la fama de fiesta y desenfreno la tiene (y en muchos casos está justificada, no hay más que ver los Erasmus en España), pero también es cierto que está muy bien valorado en el entorno empresarial donde se aprecia mucho haber estado seis meses o un año estudiando en otro país, con otra lengua...

    Me encanta esta serie que has iniciado. La seguiré con mucho gusto!

    Un abrazo

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    1. Muchas gracias. Lo de cambiar de ambiente, lengua y mentalidad es francamente positivo para acabar con estereotipos e idealizaciones. Poder, se podrá seguir haciendo bromas sobre el carácter sueco, o sobre los hábitos bebedores de cerveza alemanes (aunque los checos sean los campeones absolutos en consumo), pero ya desde el conocimiento y no desde la ignorancia. Si además uno pone un mínimo empeño en el aprendizaje de la lengua del país en que se encuentre, comprenderá mucho mejor la forma de pensar de los locales y, de repente, desaparecerán muchas barreras.

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  3. Que envidia me da leer esto. Cuando yo era estudiante, no existía nada parecido. ¡enhorabuena por haberlo podido disfrutar!

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  4. No hace ni un mes que volví de mi Erasmus en Estocolmo, sin duda alguna, el mejor año de mi vida. Y sí, los suecos son reservados pero aprendiendo un poco de su idioma y sus costumbres puedes llegar a ver un lado mucho más extrovertido, cariñoso e incluso loco de esta gente increíble.

    Lo recomiendo a todo el mundo.

    Lycka till!

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    1. No puedo estar más de acuerdo. Son gente muy agradecida si al menos te tomas un mínimo interés en aprender sueco. Todavía conservo buenas amistades de Suecia, y espero que por muchos años.
      Ahora nada me gustaría más que poder estar en Suecia disfrutando del verano y de sus largos días (yo estaba unos 400 km más al norte que tu y se notaba más incluso).
      A todos los futuros erasmus que planeen ir a Suecia, o simplemente cualquiera que quiera conocer el país, les recomiendo lo mismo: ID, no os arrepentiréis.

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