Señalar un día del calendario para festejar algo tan vital como la lectura, es siempre una buena noticia. Pero, parafraseando el Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, ¿no sería mejor celebrar el día del no-libro? ¿Para qué dedicar un único día algo que debería ser una costumbre continuada y, espero, placentera? Lo cierto es que las estadísticas sobre lo que leemos los españoles no son especialmente alentadoras. Casi el 40% no lee ningún libro al año, y del 60% que supuestamente lee, es mejor no entrar a valorar la calidad de las lecturas. Dado que la media lectora es de unos 10 libros al año; y las medias son simplificaciones traicioneras de la realidad, cabe suponer lo que todos ustedes ya estarán pensando: unos pocos "equilibran" la balanza leyendo por los demás.
Otro dato interesante es el de la cantidad de libros presentes en el hogar; que algo más de un 20% de los hogares no alcance los veinte libros, debería preocuparnos, pero que un 45% tengan entre veinte y cien, debería preocuparnos más. "Sólo" una quinta parte de los hogares españoles disponen de una biblioteca de más de doscientos libros. Puede parecer un número alto, pero quizás ponga más en valor la posesión de una buena biblioteca en casa el estudio liderado por la Universidad de Nevada (Estados Unidos) Family scholarly culture and educational success: Books and schooling in 27 nations que muestra como, con independencia de la ocupación, estudios o clase social de los padres, la existencia de más libros en casa supone que los hijos criados en ellas estudian hasta 3 años más que los que lo hacen en casas sin libros.
Biblioteca Valenciana, en la que además se rindió homenaje al poeta de Oliva y sillón X de la Real Academia de la Lengua Española, Francisco Brines. Reconozco que no soy nada aficionado a la poesía, pero sí un lector voraz de casi todo lo que esté en prosa (excluyendo libros de autoayuda y panfletos pseudofilosóficos impregnados de trascendentalismo de café que hacen que sus lectores se sientan más cultivados y elevados que los demás). Por ello, la defensa que hizo de la poesía, creo que es perfectamente extrapolable a todo los géneros literarios; y sobre todo el recordatorio que hizo en relación al papel del lector, que es el que da vida al texto. Ciertamente, la palabra escrita es el trampolín, pero es el lector el que debe dar el salto. Aunque quizás no pueda describirlo con precisión, me emocioné. El President de la Generalitat, Alberto Fabra, dijo también unas palabras de elogio al homenajeado y de defensa de la lectura como medio de desarrollo de la sociedad.
La parte más literaria del acto la llevaron a cabo otros escritores y amigos del homenajeado, que subieron al estrado para recitar algunos de sus poemas y explicar el por qué de su elección; además de contar algunas anécdotas personales que destilaban mucho cariño y respeto por Paco, como la mayoría se dirigió hacía don Francisco. El propio Brines cerró el acto, volviendo a hacer gala del buen sentido del humor que le caracteriza, y que parece bastante lejano de la imagen que todos tenemos en mente de un autor elegiaco. Aunque bromeara sobre ser una "ruina andante", lo cierto es que conserva una lucidez y claridad de pensamiento más que notables; y deseo sinceramente que duren.
Momento de finalización del acto, tras la lectura que otros escritores, y además amigos, realizaron de sus poemas |
Ese día, nadie me había regalado ningún libro, pero acabé con tres gracias a los obsequios que había preparados para los asistentes: Una fabulosa edición del Cantar del Mio Cid, un ejemplar de El Quijote, y un comic de Paco Roca que explica el papel de los valencianos en la Constitución de Cádiz de 1812. Este último me ha hecho una particular ilusión, puesto que en 2012, con motivo del bicentenario, formé parte de una mesa dedicada a conmemorar el trabajo de estos hombres. Una síntesis del contenido de mi ponencia puede ser vista aquí.
Me despido con una reflexión: el saber no ocupará lugar, pero a mi me llena muchas estanterías, y pesa. Una posible solución pasaría por los ebooks, aunque, si bien los libros electrónicos me gustan, es como complemento a los libros de papel. Llámenme antiguo o conservador, pero el libro en papel ha demostrado una duración en el tiempo y una "compatibilidad" de formatos a lo largo de la historia, que muchos formatos y soportes electrónicos que quedan desfasados en pocos años o décadas y resultan luego casi imposibles de recuperar.
No hay comentarios
Publicar un comentario