lunes, 3 de agosto de 2015

Todo lo que sube, baja: Podemos y la ley de la gravedad política

La primera entrada de este blog fue una defensa de la democracia representativa, en un tiempo en que la plataforma del 15M estaba en plena efervescencia y no se había materializado en un partido político concreto. De hecho, al 15M se le echaba en cara esa petición de cambio, esa queja de no sentirse representados por los partidos existentes, pero no articular otro (u otros) para resolverlo, pues en democracia nada obsta para la formación de nuevos partidos políticos. Esta carencia la suplió Podemos con su creación formal en marzo de 2014.

Irrumpió en la arena política definiéndose como un partido que se presentaba diferente de la vieja política que representaba "la casta" y no circunscrito al tradicional eje izquierda-derecha (aunque la mayoría de su electorado y las encuestas del CIS lo sitúan con claridad muy a la izquierda). Un partido de la gente y para la gente, que podría influir en todas las decisiones de la dirección del partido gracias al sistema asambleario de los círculos que pusieron en marcha. Un partido donde no hay políticos sino activistas, porque el político convencional lucha por el poder pero no para servir a la gente. En suma, una especie de arcadia partidista feliz.



Comenzó pisando muy fuerte y obteniendo de forma sorpresiva para un partido de reciente creación, incluso para las encuestas más optimistas, cinco escaños en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014. De ahí en adelante su avance parece casi imparable y fagocita virtualmente a Izquierda Unida allí donde se presenta. Obtiene buenos resultados primero en las elecciones andaluzas de marzo de 2015 y luego en las municipales y autonómicas de mayo de 2015. Ahora, camino de las generales que previsiblemente tendrán lugar en noviembre, el fenómeno Podemos comienza a perder fuelle. Veamos por qué.
Los resultados en las elecciones europeas quizá no resulten tan sorprendentes si tenemos en cuenta que Podemos se había ido fraguando en los meses anteriores y había una masa crítica importante detrás. Además, las elecciones europeas han sido percibidas tradicionalmente como unas elecciones de segundo orden, que por contar con circunscripción única nacional y no afectar, en principio, al ámbito más cercano al ciudadano, permite tanto emitir sin consecuencias un voto de castigo (o la abstención) como otorgar representación a partidos alternativos sin riesgo.

El ascenso siguió, merced a un discurso vago e impreciso, plagado de ambigüedades en el que mucha gente oía lo que quería oir, puesto que esa falta de precisión en propuestas concretas, la juventud del partido y la ausencia todavía de responsabilidades institucionales no había provocado desgaste. Sin embargo, cuando se ha hablado tanto en contra de la corrupción y de las artimañas fiscales, escándalos como el de Juan Carlos Monedero al crear una sociedad instrumental para tributar por impuesto de sociedades en lugar de IRPF, no pueden más que comenzar a minar apoyos; por mucho que "regularizara" su situación antes de ser llevado ante los tribunales. La mujer del Cesar no sólo debe ser casta, sino además parecerlo. 

La irrupción de Ciudadanos a nivel nacional, sirvió también para restar parte del voto más moderado de Podemos, incómodo en un espectro político mayoritariamente de izquierdas, que vio una opción más centrista en el partido de Albert Rivera. Está por ver si su actual política de alianzas le pasa factura en un futuro próximo.

Con estos mimbres, la representación electoral que obtiene Podemos en las elecciones andaluzas de marzo de este año, puede considerarse hasta cierto punto un fracaso, pues estaba más bien por debajo de sus previsiones y, si bien importante, no ha sido la lista más votada ni su papel tan decisivo como estaba previsto. Por otro lado, Podemos ha obtenido menos votos en las autonómicas que en las municipales, donde se han presentado candidaturas apadrinadas por ellos, pero no con sus siglas. Este fenómeno de voto dual no resulta extraño, pues no usar su siglas sirvió para mantener a su electorado más moderado.

En cualquier caso, se puede morir de éxito si no se gestiona bien la victoria. Las políticas de pactos post-electorales y la elaboración de listas para las elecciones nacionales se están convirtiendo en verdaderos quebraderos de cabeza para la dirección nacional de Podemos, que tiene ya un curioso parecido con la casta y la vieja política de la que tanto renegaba en inicio. No ha tardado en surgir un sector crítico que defiende una vuelta a los orígenes y que reniega del diseño centralizado de las listas electorales. Incluso los procesos de democracia interna de Podemos no pueden presumir de tasas de participación significativamente más altas que las de otros partidos políticos.

También ha visto Podemos y los partidos apadrinados por ellos que las redes sociales, que habían supuesto hasta el momento uno de sus puntos fuertes, comenzaban a volverse en su contra. El paso de ciudadano de a pie a figura pública debe hacerse teniendo en cuenta el fuerte escrutinio al que será sometido uno, por lo que declaraciones imprudentes del pasado pueden explotarle en la cara a uno. Guillermo Zapata vivió en carne propia esto que parece una obviedad, por chistes que calificaré eufemísticamente de desafortunados.

Este panorama de incertidumbre y desencanto llevará en mi opinión, como ya parecen apuntar las encuestas, a una recuperación parcial del voto de los dos grandes partidos y sobre todo de IU, que ahora mismo lucha por sobrevivir. La ingobernabilidad y los diferentes pactos a nivel municipal y autonómico, llevarán de nuevo al redil a un importante número de votantes que mostraron su enfado mediante la abstención o el voto a alguna candidatura alternativa. La actuación de Podemos en las instituciones podrá ser un factor de desgaste o de consolidación de su opción política en función de como la perciban sus potenciales votantes. En este caso, el poco tiempo hasta las nacionales juega a su favor.

Podemos debió ser menos dogmático y más cuidadoso a la hora de demonizar la política practicada por el resto de partidos y presentarse como algo novedoso y diferente, cuando aún no tenía responsabilidades de gobierno. Cuando se crean expectativas demasiado elevadas e irreales ante gente genuinamente ilusionada, el único resultado posible es la decepción y el enfado. Ya han ido renunciando a puntos de su programa porque "las circunstancias no permiten llevarlos a cabo", como si no supieran que nunca fueron realizables.¿Qué más cambios nos esperan? Iremos viendo.

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