Desde hace meses, y con mayor ímpetu durante la
campaña electoral, las nuevas fuerzas emergentes en España,
Ciudadanos y Podemos, se han apresurado a anunciar el fin del
bipartidismo. Han hecho su aparición en un momento en que los dos
mayores partidos tradicionales, PP y PSOE, venían seriamente
lastrados: los primeros, por la aplicación de medidas económicas
impopulares (aunque innegablemente las que han dejado un país más
saneado a nivel macroeconómico y alejado de la sombra de un rescate
como el griego) y casos de corrupción; el segundo por una falta de
liderazgo interno importante y sus propios casos de corrupción. Esa
situación ha provocado un desgaste en los dos grandes que, antes de
la emergencia de Ciudadanos y Podemos, habría sido castigada por los
electores con la abstención o votando a su contrario. Sin embargo,
hoy el elector cuenta con otras opciones y las ha utilizado.
Pero ¿es tan malo el bipartidismo? En realidad,
aunque se lo haya pintado como si fuera el mismísimo Satán (y tanto
Errejón como Iglesias hayan usado el término turnismo,
que tiene otras connotaciones que nada tienen que ver con la
situación española actual), el bipartidismo no es más que una de
las tipologías posibles en los sistemas de partidos competitivos.
Estas elecciones han supuesto simplemente el cambio de un sistema de
bipartidismo imperfecto a otro de multipartidismo moderado.
Todo sistema tiene sus pros y sus contras y hoy
quisiera hacer un poco de didáctica política sobre esa cuestión
recurriendo al libro Introducción
a los Partidos Políticos de Manuel
Martínez Sospedra. Lo recomiendo francamente como una
introducción asequible al sistema de partidos español. Entre otras
cosas, de modo somero recoge las propiedades de los sistemas de
partidos bipartidistas y multipartidistas, que paso a señalar:
SISTEMAS BIPARTIDISTAS | SISTEMAS MULTIPARTIDISTAS |
1- Mediatizan la representación. Al interno de los partidos existen grandes coaliciones de intereses diversos, lo que explica la aparición de tendencias dispares en su seno. | 1- Tienden a registrar con un alto grado de aproximación las fracturas existentes en la sociedad civil. |
2- Desmediatizan la elección. Son los electores los que verdaderamente deciden con si voto quién obtendrá la mayoría parlamentaria, no coaliciones o pactos posteriores. | 2- Mediatizan la elección (la formación de una mayoría parlamentaria no depende tanto de los electores como de los posibles pactos para conseguirla) |
3- Facilitan la reducción de las demandas sociales y la agrupación de intereses. | 3- Cumplen con dificultad la doble función de reducción de demandas sociales y de agregación de intereses. |
4- Facilitan mayorías parlamentarias estables y coherentes | 4- Tienden a producir gobiernos de coalición, de menor duración y solidez. |
5- Facilitan la política de adversarios. Como ya ha ocurrido con las reformas educativas, la llegada de un partido de tendencia contraria al poder, causa la paralización y vuelta atrás en medidas tomadas por el anterior ejecutivo. Como si de un péndulo se tratara, la situación se invierte. | 5- Producen gobiernos débiles. Esto requiere una matización, la debilidad se refiere sobre todo a la elaboración e imposición de sus políticas, no a la duración de las mismas en el tiempo, una vez abandonado el ejecutivo.¿Por qué? Porque para lograr llevar adelante sus políticas, un gobierno en minoría se verá obligado a alcanzar un cierto nivel de consenso con otras fuerzas políticas que, si a su vez llegan al poder, mantendrán aquellas decisiones de las que formaron parte. |
Este cuadro es meramente orientativo. Cada caso concreto se encuentra matizado por factores tales como el potencial de coalición de los terceros partidos, si se producen mayorías alternativas con políticas muy diferentes que deriven en una política de adversarios o se sigue una dinámica más consociativa, que supone una mayor complejidad a la hora de formar mayorías, pero una ventaja a la hora de conseguir que las políticas de estas coaliciones duren en el tiempo.
El panorama español tras las elecciones del 20D se presenta complicado por lo inédito en la historia democrática reciente de la existencia de cuatro partidos con más de 40 escaños en la Cámara Baja y la virtual imposibilidad de ninguno de ellos de lograr formar gobierno (no existe tanto potencial de coalición). La ronda de consultas que iniciará ahora Felipe VI, promete ser apasionante.
¿Alguno de ustedes quiere compartir sus propias quinielas sobre la formación de gobierno?
No hay comentarios
Publicar un comentario