jueves, 17 de diciembre de 2015

Violencia inadmisible: ¿De verdad queremos una vendetta política?

La vida pública tiene sus peligros, pero en la España democrática, salvo incidentes aislados y ampliamente condenados, siempre se ha tenido clara la línea que delimita lo que es aceptable y lo que no. La agresión de un menor de 17 años a Mariano Rajoy durante un mitin en Pontevedra no tiene justificación posible. Los dirigentes de todos los partidos políticos que se presentan estas elecciones  han reaccionado con admirable madurez, realizando condenas sin paliativos. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de parte de sus bases.
Flickr del Partido Popular de Cantabria
Me temo que algunos ven una suerte de justicia poética en ese puñetazo, yo veo únicamente una prepotencia sin límites y autojustificación moral procedente de un pensamiento maniqueo. Por ponernos en situación, recordarán que determinados sectores hablaban de que "el miedo ha cambiado de bando", sobre la "violencia económica" producida por las políticas económicas y acusaban a los políticos de vivir aislados en sus torres de marfil. Bien, partiendo de esta base hay quien defiende que si los políticos fueran conscientes de que son vulnerables (en un sentido estrictamente físico) legislarían para el "pueblo".

Todo representante político que llega a las instituciones es responsable frente a la ciudadanía en su conjunto por su gestión. Si ésta ha sido mala o no ha estado a la altura de lo que se esperaba al rendir cuentas, lo más probable es que no sea reeligido; si ha habido irregularidades, nuestro sistema judicial actuará (como ya ha ocurrido) y se delimitarán responsabilidades. En cualquier caso, nadie debe tomarse la justicia por su mano.

Aunque dudo mucho que esta humilde reflexión llegue a esa minoría que jalea como un héroe a este joven, que presumiendo de antifascista demuestra una nula cultura cultura democrática y tolerancia hacia otras opciones políticas, es necesario plantearse a donde nos conduciría la aceptación como normal de estas agresiones. En su pequeño mundo, todo "ultra" tiene claro quien es su gran Satán, la fuente de todo mal y persona que, de acuerdo a sus ideas, sólo merece que le ocurran cosas negativas (es una descripción eufemística, ya pueden imaginar todo el rango de acciones que incluyen las cosas malas). Así pues, entienden que están plenamente legitimados todo tipo de actos contra esta persona. El problema básico es que hay ultras en cualquier bando, que posiblemente odien del mismo modo a quien otros adoran,y que se crean igualmente legitimados para todo acto de violencia. ¿A dónde nos puede llevar esto? A una espiral inacabable de violencia, una vendetta eterna.

En lo personal, este joven no parece haberse dado cuenta de las consecuencias para su familia y para su propio futuro. Entiendo, y creo que la mayor parte de la ciudadanía española lo comparte, que aunque no se vaya a señalar como culpables de lo sucedido a sus padres (uno es responsable de sus propias acciones, no se les debe atribuir responsabilidad), los acaba de poner en la escena pública del peor modo posible y con un papelón que no le deseo a nadie. Y en lo referente a él, quedará para la posteridad como "el chaval que golpeó a Rajoy", lo que junto con su fama conflictiva, mal rendimiento escolar y peor ortografía (ya ha sido eliminada su cuenta de Twitter, pero lo leído hasta el momento no dice mucho en su favor) ha hipotecado su futuro de la peor manera posible.

¿Qué opinión les merece esta agresión?

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