martes, 15 de diciembre de 2015

Impresiones sobre el cara a cara. ¿Hubo un ganador?

Con una semana de diferencia respecto al anterior debate a cuatro, llegó el turno al esperado cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. ¿Qué se esperaba de un debate entre los candidatos de los dos principales partidos? Convencer a los indecisos totales no. Está ya bastante constatado que este tipo de eventos no decantan el voto de modo significativo. De lo que se trataba era de consolidar el electorado propio que ya te pensaba votar o que en algún momento te ha votado (y, a ser posible, no meter la pata de tal modo que acabes de convencer a tus votantes para quedarse en casa).
Esa cuestión y la situación en las encuestas es lo que ha determinado la estrategia seguida por cada uno de los participantes del debate. Por un lado, Pedro Sánchez se encontraba en una situación complicada en las encuestas y críticas sobre su liderazgo y carisma (el "Pedro, no te pongas nervioso" no ayuda). Por otro lado, Mariano Rajoy llega acompañado por buenos datos económicos y de empleo, pero con la sombra de la corrupción flotando sobre el Partido Popular (¿Sería la razón por la que Soraya acudió al primer debate, como indicaba Rivera?). El primero necesitaba dar imagen de solidez, el segundo intentar que los casos de corrupción no empañaran los logros económicos.

El espacio de debate era correctamente aséptico, más que suficiente para evitar cualquier tipo de favoritismo en una u otra dirección. El propio moderador, que siguió la línea de la mínima intervención, podría haber sido sustituido por un maniquí y nadie habría notado la diferencia. 

Con estos mimbres no sorprende que, desde el minuto cero, Sánchez cargara con toda la artillería pesada. Tras un prolegómeno en el que aseguraba que el cara a cara no le gustaba y culpaba a Rajoy de que sólo fuera con él y no con los demas candidatos de la oposición, pasó a nombrar a Bárcenas, amnistías fiscales, el rescate financiero (que, toca decir, intentaba que se confundiera con el rescate total al país, que nunca ocurrió) críticas a la reforma laboral del PP y a estar apartado de la realidad (no hablar con los españoles, ser "el del plasma"). Como era de esperar, Rajoy venía preparado para la ocasión y no entró, como bien podría haber hecho, al trapo de las acusaciones de corrupción con un "tu más" que el elector no le habría perdonado, sino que lo obvió y optó por el discurso de describir país que se había encontrado (al borde del rescate, prima de riesgo disparada, paro en aumento y serios desequilibrios económicos) y como las decisiones tomadas, duras, habían permitido llegar a la actual situación de recuperación económica. El conjunto del debate siguió con esa tónica de ataque y defensa. Pero que nadie piense que por más atacar se gana un debate, todo dependen de la defensa. 

Vale, ¿pero quién ha ganado? Personalmente me inclino por Mariano Rajoy. Supo mantenerse en su sitio y no perder los papeles cuando le ponían delante el cebo de los ataques por corrupción; entrar en una comparación entre los casos de corrupción de PP y PSOE habría sido contraproducente. Mantuvo la calma y se centró en exponer datos de la situación pasada y la presente. Pedro Sánchez presentó una mejor imagen que en el debate a cuatro, pero algo a la desesperada, no intentaba rebatir los datos de Rajoy, salvo cuestiones particulares, sino calificarlos directamente de falsedades y dio la impresión de un cierto nerviosismo al no lograr que Rajoy atacara recordando casos de corrupción del PSOE y también incomodidad cuando se le recordaba la etapa de Zapatero (gran ausente de la campaña electoral, aunque en su propio partido no parecen echarle de menos). Mi impresión es que Sánchez se dirigía sobre todo a votantes socialistas que se inclinan por Podemos, dando una imagen lo más enérgica posible contra la corrupción.

Las urnas dirán el 20D quien eligió la estrategia correcta. Hasta entonces: ¿Qué opinan ustedes?

No hay comentarios

Publicar un comentario

© La Justicia Como Equidad
Maira Gall