jueves, 19 de octubre de 2017

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar...

Cumplido el segundo de los plazos que el Gobierno concedía a Carles Puigdemont, esta vez para restaurar la legalidad, éste envía una nueva carta cínica y desafiante en la que al menos parece quedar más claro que dice no haber votado la independencia. Cómo en comunicaciones anteriores, deja de lado la realidad y se limita a utilizar el argumentario propio del independentismo, plagado de medias verdades, cuando no mentiras flagrantes.

Procedamos a su disección.

"Apreciado Presidente Rajoy,

El pueblo de Cataluña, el día 1 de octubre, decidió la independencia en un referéndum con el aval de un elevado porcentaje de los electores. Un porcentaje superior al que ha permitido al Reino Unido iniciar el proceso del Brexit y con un número de catalanes mayor del que votó el Estatut d'Autonomia de Catalunya.

Sin volver a entrar en la ilegalidad del referendum, que se celebró además sin ninguna garantía y nadie en España ni fuera lo reconoce, tergiversa las cifras. El muy pillín habla sin tapujos del elevado número de electores que votaron por el sí, callando cual puta que no sólo no votó ni la mitad del censo, sino que, con las propias cifras que ofrecían, no representan ni al 40% de los catalanes. Tanto en el proceso del Brexit como en la votación del Estatut, se realizaron votaciones con las debidas garantías, con una amplia participación y una campaña limpia de las posturas enfrentadas que daban una legitimidad real a los resultados (aunque, desde mi punto de vista, sea discutible que para cuestiones tan espinosas como salirse de la Unión Europea baste con una mayoría justita).

El 10 de octubre, el Parlament celebró una sesión con el objeto de valorar el resultado del referéndum y sus efectos; y donde propuse dejar en suspenso los efectos de aquel mandato popular.

La sesión fue una farsa y no hubo valoración alguna, sólo un monólogo de un funambulista intentando contentar a todos y no cabrear demasiado a nadie. Efectivamente, propuso la suspensión, pero también señaló que ésta debía votarla el Parlament, y no se hizo.

Lo hice para propiciar el diálogo que de manera reiterada nos han hecho llegar, a usted y a mí, instituciones y dirigentes políticos y sociales de toda Europa y el resto del mundo. En este sentido, en mi carta del lunes, le propuse celebrar una reunión que todavía no ha sido atendida. Del mismo modo, tampoco ha sido atendida la petición de revertir la represión. Al contrario, se ha incrementado y ha comportado la entrada a prisión del presidente de Òmnium Cultural y el presidente de la Assemblea Nacional Catalana, entidades de acreditada trayectoria cívica, pacífica y democrática.

Sí, le piden diálogo, pero volviendo primero a la legalidad, que es lo que pide el Gobierno. Gobierno que, por otro lado, ya ha planteado su oferta de diálogo al aceptar el acuerdo con Pedro Sánchez de estudiar una eventual reforma constitucional. 
No se ha incrementado ninguna represión, sino que, en lógica respuesta a unos actos ilícitos y no precisamente pacíficos, han actuado los juzgados y tribunales. Señor Puigdemont, España no es una república bananera como la que pretende usted crear en Cataluña. El poder judicial (aunque pueda haber cuestiones mejorables) es razonablemente independiente y compuesto por profesionales capaces y preparados. Recuerde además este dicho: cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. 

Esta suspensión continua vigente. La decisión de aplicar el artículo 155 corresponde al Gobierno del Estado, previa autorización del Senado. Pese a todos estos esfuerzos y nuestra voluntad de diálogo, que la única respuesta sea la suspensión de la autonomía, indica que no se es consciente del problema y que no se quiere hablar.

Puigdemont y su gobierno no entienden lo que diálogo significa, salvo que cambiemos su definición a "ceder a las presiones de un matón de colegio". Los esfuerzos a los que hace referencia parecen más bien encaminados a que el Gobierno aplique, sí o sí, el 155. Hasta cierto punto, el independentismo catalán se siente confuso y defraudado por la prudente respuesta desde el Gobierno, cuando en su imaginario colectivo contaban con que se daría una brutal y desproporcionada represión que les otorgaría legitimidad y reconocimiento internacional. Videos lastimeros como el de Help Catalonia, plagiado de un video ucraniano, se contradicen con una realidad que, tozudamente, no acaba de plegarse a los deseos de los independentistas.

Finalmente, si el Gobierno del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlament de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaración formal de la independencia que no votó el día 10 de octubre.

No hay más que añadir, El govern busca ir a una política de hechos consumados, aunque sea dudoso que cuente con los medios personales y materiales para hacer viable una independencia real, que no es deseada por la mayoría de los catalanes y que ya ha provocado una importante huida de empresas, y con ello del sostén económico en que pensaban apoyarse. 

Ante esta última carta, el Gobierno decidirá el sábado si finalmente opta por aplicar el 155 o se toman otro tipo de medidas. La ciudadanía catalana y del resto de España comienzan a estar hastiados de este clima de enfrentamiento e incertidumbre, pero tienen claro que la respuesta no es la independencia unilateral. 

Hagan sus apuestas sobre el sábado.


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