Si el
discurso de Carles Puigdemont tras el de Felipe VI fue un ejercicio
de cinismo que parecía no tener límite, con su carta de respuesta
al requerimiento del Gobierno para que aclarase si había declarado o
no la independencia, vuelve a superarse. Analicémosla por partes.
La
situación que vivimos es de tal trascendencia que exige respuestas y
soluciones políticas que estén a la altura. Mi carta quiere
contribuir a alcanzar ese tipo de respuestas, que son las que nos
pide la mayoría de la sociedad y las que se esperan en Europa, que
no entiende otra forma de resolver los conflictos que no pase por el
diálogo, la negociación y el acuerdo.
En este
sentido, me sorprendió que en su escrito del pasado 11 de octubre
anunciara la voluntad de su gobierno de poner en marcha el artículo
155 de la Constitución para suspender el autogobierno de Catalunya.
No le falta razón al afirmar que vivimos una situación de gran
trascendencia, pero no por las razones que él cree. Habla de
respuestas y soluciones cuando ni responde a lo que se le pregunta,
ni aporta solución alguna. Hace referencias vacías al diálogo, la
negociación y el acuerdo, pero callando que desde Europa, como desde
el Gobierno de España, este diálogo debe ser en el marco de la
legalidad.
Sólo un ingenuo o un mentiroso compulsivo puede sorprenderse que,
tras un desafío de tal magnitud a la integridad territorial del
estado y la convivencia de todos los españoles, se le anuncie la
posibilidad de poner en marcha un artículo de la Constitución,
aprobada en su momento por una inmensa mayoría de los españoles,
incluyendo los catalanes, que podría suponer el fin temporal de la
autonomía hasta restaurar la legalidad.
Cuando el
pasado día 10, atendiendo a la petición de numerosas personalidades
e instituciones internacionales, española y catalanas, le planteé
una oferta sincera de diálogo, no lo hice como una demostración de
debilidad sino como una propuesta honesta para encontrar una solución
a la relación entre el Estado español y Catalunya que lleva
bloqueada desde hace muchos años.
Ciertamente la situación lleva bloqueada muchos años, pero Rajoy es
más la excusa para explicar este "bloqueo" que la
verdadera causa. Las personalidades e instituciones internacionales,
que nunca acaba de concretar, lo primero en que le insisten para una
mediación de cualquier tipo es que vuelva a la legalidad. Algo no
debe estar haciendo bien cuando se lo piden todos. Será quizá que
la "sincera oferta de diálogo" de que presume es vista más
bien como un "voy a hacer lo que me salga dels collons"
El
domingo 1 de octubre, en medio de una violenta actuación policial
denunciada por los más prestigiosos organismos internacionales, más
de dos millones de catalanes encomendaron la Parlament el mandato
democrático de declarar la independencia. A los resultados de este
referéndum hay que añadir los de las últimas elecciones al
Parlament de Catalunya donde una clara mayoría, un 47,7%, votó
fuerzas independentistas, y donde las fuerzas explícitamente
contrarias a ella obtuvieron un 39,1%. También es necesario recordar
que un 80% de los ciudadanos vienen manifestando reiteradamente la
voluntad de decidir su futuro político votando en un referéndum
acordado. Aceptar la realidad es el camino para resolver los
problemas.
Este párrafo me encanta porque hace bueno el dicho de que si
torturas lo suficiente a los números, éstos dirán lo que tu
quieras. Un 47,7% sigue siendo menos del 50% y, por otro lado, el
bloque independentista no es monolítico (no todo ese porcentaje
votaría por la independencia) y las encuestas indican que los
resultados en unas nuevas elecciones autonómicas serían aún
peores. Quita a propósito el procentaje de votos de las confluencia
de Podemos, que no son necesariamente independentistas e intenta
confundir a un lector casual equiparando implícitamente un 80% de
catalanes que podrían estar por la celebración de un referendum
pactado, como personas que votarían por la independencia. Sobre la
"violenta actuación policial", parece olvidar que tanto la
Comisión como el Parlamento Europeo aprueban el uso proporcionado de
la fuerza y han apoyado a Rajoy en este sentido. Recordemos que uno
de los apoyos del independentismo catalán que ha "denunciado"
el uso de la fuerza era un demócrata convencido como Nigel Farage.
La
prioridad de mi gobierno es buscar con toda intensidad la vía del
diálogo. Queremos hablar, como lo hacen las democracias
consolidadas, sobre el problema que le plantea la mayoría del pueblo
catalán que quiere emprender su camino como país independiente en
el marco europeo.
Siempre he estado en contra del uso de las cuasipersonificaciones:
¿Quién es el pueblo catalán? ¿De qué mayorías hablamos?
Puigdemont y su gobierno ha dejado claro que pueblo catalán es sólo
quien está por la independencia y los demás no cuentan. Ha
restringido los derechos de la oposición política en el Parlament,
conculcando sus propias leyes y pervirtiendo el comportamiento de las
instituciones. ¿Y la mayoría? Debemos cambiar la definición de
diccionario de la misma, pues en términos del JxSÍ significa menos
de la mitad.
La
suspensión del mandato político surgido de las urnas el 1 de
octubre demuestra nuestra firme voluntad de encontrar la solución y
no el enfrentamiento. Nuestra intención es recorrer el camino de
forma acordada tanto en el tiempo como en las formas. Nuestra
propuesta de diálogo es sincera y honesta. Por todo ello, durante
los próximos dos meses, nuestro principal objetivo es emplazarle a
dialogar y que todas aquellas instituciones y personalidades
internacionales, españolas y catalanas que han expresado su voluntad
de abrir un camino de negociación tengan la oportunidad de
explorarlo. Comprobaremos de esta manera el compromiso, de cada una
de las partes, en hallar una solución acordada.
No puede haber mandato político de un referendum ilegal con una
participación bastante menor del 50% y que en conjunto no representa
ni el 40% de la población. No plantea siquiera los términos de la
negociación, aunque sabemos que intenta que sea en términos de una
igualdad que no es posible legalmente.
Es importante señalar también que no hace una sola mención a la
otra Cataluña, la que mostró músculo en una multitudinaria
manifestación en Barcelona y que dejó bien claro que no se se
siente representada ni apoya ese "mandato político" en el
que no han participado.
Por todo
lo expuesto, le traslado dos peticiones:
La
primera, que se revierta la represión contra el pueblo y el gobierno
de Catalunya. Este mismo lunes están citados como imputados en la
Audiencia Nacional dos de los líderes de la sociedad civil catalana
que han impulsado las manifestaciones pacíficas de millones de
personas desde el año 2010. También está citado, en la misma
Audiencia Nacional, el mayor del 'Cos de Mossos d'Esquadra', uno de
los cuadros policiales con más prestigio de la policía europea y
que cumple su labor de forma rigurosa y garantista.
En el
capítulo de la represión también sufrimos, entre otras, las
vulneración de derechos fundamentales; la intervención y
congelación de las cuentas bancarias que impiden que atendamos
nuestras obligaciones con las personas más necesitadas; la censura
de internet y de medios de comunicación; la violación del secreto
postal; las detenciones de servidores públicos; y la brutal
violencia policial ejercida contra población civil pacífica el día
1 de octubre.
Nuestra
propuesta de diálogo es sincera, pese a todo lo ocurrido, pero
lógicamente es incompatible con el actual clima de creciente
represión y amenaza.
Nunca creí que se podría pervertir tanto el término represión
hasta hacerlo equivalente a aplicación de la ley por parte del
Estado de Derecho. Puigdemont formula una petición imposible a
Rajoy. Ya sabemos que ni la parte derogada del actual Estatut, que
regulaba las competencias judiciales, ni la ley de transitoriedad
jurídica catalana, contemplan una división de poderes real, con un
poder judicial independiente. Eso puede explicar los problemas de
Puigdemont para entender que no está en manos del Presidente del
Gobierno paralizar las actuaciones de unos juzgados y tribunales que
son independientes.
Sobre el prestigio de los Mossos, lo cierto es que las
investigaciones en curso pintan un panorama diametralmente opuesto,
en el que hay numerosos indicios del uso político de la policía
autonómica catalana y de que no cumplirían sus funciones con tanto
celo cuando se trataba de políticos catalanes.
Es difícil ver vulneración de derechos fundamentales por ninguna
parte: no ha habido censura de internet ni de medios de comunicación
(lo de internet se referirá, de modo muy puntual y por orden
judicial, a las páginas que servían para albergar la información
sobre aspectos concretos, como los colegios electorales, del
referendum ilegal), de hecho son los medios nacionales no
independentistas los que han tenido en ocasiones dificultades para
trabajar en Cataluña por la presión independentista. No existe
violación del secreto postal, en la medida que es una actuación
autorizada por un juez, con unas garantías y durante un periodo
limitado en el tiempo. Los servidores públicos a los que se refiere,
son detenidos por delitos de prevaricación al utilizar medios
públicos para actos ilegales. Lo que me hace más gracia es lo de
que la congelación de sus cuentas les impide cumplir sus
obligaciones con las personas más necesitadas. Habrá que preguntar
a Puigdemont a que ONGs contribuye.
El victimismo del independentismo catalán, que busca de algún modo
equiparar su situación a la kosovar para justificarse a sí mismos
de que están al límite y no existe más alternativa que
independizarse, recuerda mucho a la pataleta de un niño mimado y
consentido por demasiado tiempo. Nunca ha gozado Cataluña de mayores
niveles de autogobierno en todos los niveles, con un amplio uso
oficial del catalán, y un gran desarrollo económico. Todo esto se
ha logrado en el marco de una Constitución, la de 1978, que obtuvo
un consenso nunca conocido en nuestra historia democrática.
La detención de los dos Jordis, el mismo día de esta carta, tampoco
es una represión política. Como líderes de dos organizaciones
influyentes, durante los disturbios que precedieron al 1 de octubre,
estuvo en su mano rebajar la tensión y contribuir al diálogo. Sin
embargo, echaron más leña al fuego y exaltaron todavía más los
ánimos de unos seguidores que llegaron a retener ilegalmente a
miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, además de
causar destrozos materiales a sus vehículos.
La
segunda petición es que concretemos, lo antes posible, una reunión
que nos permita explorar los primeros acuerdos. No dejemos que se
deteriore más la situación. Con buena voluntad, reconociendo el
problema y mirándolo de cara, estoy seguro que podemos encontrar el
camino de la solución.
Sí, reúnanse, pero teniendo claro que hay que volver a la
legalidad. Actuemos con seny.
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