martes, 7 de noviembre de 2017

Nada es casual

Se cumple ya casi una semana de la peripatética huida a Bélgica de Puigdemont con parte de su gobierno. ¿Se trata Bélgica de una elección casual? No, nunca ha habido nada de casual en la estrategia independenista; menos aún desde que la Guardía Civil encontró hace poco en el domicilio de Josep María Jové, secretario general de Vicepresidencia, Economía y Hacienda de la Generalitat, un informe secreto (Enfocats) con diferentes escenarios para alcanzar la independencia y que contemplaban la DUI y forzar un conflicto abierto con el estado. Por fortuna, la respuesta del estado, incluso con la aplicación del 155 (que, por otro lado, ha contado con el apoyo de las principales fuerzas políticas nacionales), ha sido notablemente más prudente y moderada de lo que esperaban, dinamitando sus expectativas de lograr la independencia por la vía kosovar.

Guy Verhofstadt ironiza en twitter con inteligencia sobre los verdaderos efectos de la huida de Puigdemont
Bélgica cuenta con uno de los sistemas judiciales más garantistas del mundo,lo que no quiere decir que el de España lo sea menos; tan garantista que durante años fue refugio exitoso de etarras huidos de la justicia española. Si lo que el ex-President quiere es equipararse a un etarra, incluso contratando el mismo costosísimo abogado que ya ha logrado con anterioridad paralizar extradiciones de etarras, me parece una mala estrategia de marketing personal.

La huida a Bélgica ha supuesto efectos negativos, aunque muy posiblemente calculados y asumidos como necesarios dentro de la estrategia independentista de intentar descalificar el poder judicial español, para el resto del govern catalán que continuaba en España y ha terminado en prisión incondicional, principalmente por riesgo de fuga. Por mucho que entiendan desproporcionada la medida, la jugada de la huida a Bélgica de Puigdemont ha pesado mucho en la decisión.

El dilatado procedimiento judicial en Bélgica para resolver sobre la extradición y entrega a España de Puigdemont y el resto de consellers, que además han elegido el flamenco como lengua del procedimiento (lengua que ninguno de ellos habla) para demorarlo todavía más, toda vez que la documentación del caso tendrá que ser traducida, pretende mantener en el candelero el fallido procés y seguir luchando por internacionalizar el conflicto. Sin embargo, este es un punto en que siguen fallando estrepitosamente, no sólo no reciben apoyo internacional, sino que además son una suerte de apestados e indeseables huéspedes en Bélgica, país que pasa ahora mismo por serios problemas de cohesión territorial y está gobernado por una inestable coalición en que entran los nacionalistas flamencos.

Pero mientras Puigdemont sigue yendo de bares y restaurantes en Bélgica; graba videos cargados de épica donde insta a España a liberar lo que él considera presos políticos, que no son más que políticos presos, y no por sus ideas; ofrece entrevistas en que se muestra dispuesto a encabezar una hipotética lista unitaria de fuerzas soberanistas, pero haciendo campaña desde Bélgica, ya que estamos en un mundo globalizado; en Cataluña, las fuerzas soberanistas discuten precisamente sobre si presentarse en una única lista o no. Ésta no es la panacea, pues aunque una lista unitaria maximizaría el número de escaños a obtener, las encuestas indican que no lograrían la mayoría absoluta en esta ocasión.

Los Comunes de Ada Colau ya han anunciado su intención de ir por libre y Podemos en Cataluña acaba de votar, por abrumadora mayoría, ir en coalición con ellos. La CUP no despeja las dudas sobre que hará. ERC por su parte, a la que las encuestas le auguran muy buenos resultados si concurre en solitario, insiste en que sólo participaría en una lista unitaria que incluyera todas las fuerzas soberanistas, CUP y los retazos de Podemos más cercanos al independentismo incluidos (Sospecho que liderados por Albano Dante Fachín). El PDECat es el más interesado en reeditar una gran coalición, que maquillaría el batacazo electoral que sufrirá según todos los sondeos. Hasta el día 12 de noviembre, último día según la ley electoral para presentarse en coalición, no se resolverá la incógnita. De momento, todas las opciones siguen abiertas.

Cuestión aparte merece la crisis abierta en Podemos por la cuestión catalana, que va camino de costarle el tercer puesto como fuerza política más votada en unas nuevas elecciones generales, probablemente sobrepasados por Ciudadanos, a quien los electores premian por su discurso coherentes y claro. El proyecto nacional de Podemos hace aguas, quizá porque no tengan uno. Ya se lo ha afeado Carolina Bescansa a Pablo Iglesias, lo que le costó el puesto, al decir textualmente que a Podemos "le falta un proyecto político para España". La estrategia de la formación morada de no concurrir en solitario con su marca en zonas con fuerzas nacionalistas, sino bajo el paraguas éstas, le está pasando factura. Tarde o temprano toca retratarse, poner orden y límites y, sobre todo, dejarse de ambigüedades y de intentar vender diferentes discursos en diferentes partes del territorio. Ser "sensible a la plurinacionalidad de España" no significa que todo valga. Al final toca tomar partido entre opciones incompatibles entre sí.

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