jueves, 4 de enero de 2024

Magallanes, la gesta que cambió el mundo relatada por Stefan weig

Stefan Zweig (1881-1942), es quizá el escritor europeo más importante de la primera mitad del siglo XX y sus obras, especialmente su autobiografía póstuma "El Mundo de Ayer" (1942), son claves para entender la Europa que acabó desembocando en el auge de los totalitarismos y la 2ª Guerra Mundial. Nadie como él ha plasmado por escrito el tránsito del mundo de la seguridad y la idea del progreso indefinido de la humanidad a una situación de perpetua incertidumbre y miedo, que caracteriza el golpe que supuso para la sociedad europea el estallido de la Gran Guerra.

Stefan Zweig en los años 30. Fuente: Wikipedia.

Nacido en el seno de una familia austriaca acomodada y cosmopolita, con una esmerada educación y avidez lectora, pronto destacó en el ámbito de las letras con unas novelas donde la profundidad psicológica de los personajes, muy influida por las tendencias del novedoso psicoanálisis, junto con un estilo directo y elegante, se ganaron el favor del público. El éxito económico de sus trabajos, junto con su propia fortuna personal, le permitieron realizar largos viajes y mantener siempre una visión abierta y cosmopolita del mundo, que se refleja en todos sus escritos y en su faceta de activista antibeligerante y defensor de sociedades abiertas, oponiéndose a políticas revanchistas derivadas del fin de la 1ª Guerra Mundial. 

En la historia encontró siempre inspiración y motivación para seguir adelante, al menos hasta el momento en que, exiliado en Petrópolis (Brasil) a principios de 1942 y creyendo que el nazismo acabaría dominando el mundo, se suicidó junto con su segunda mujer ingiriendo veneno. No se le puede culpar de derrotismo, toda vez que, desde inicios de los años 30, había visto la publicación de sus obras prohibidas en Alemania, su Austria natal e Italia, por gracia y obra de leyes raciales injustas y absurdas, teniendo incluso que acabar exiliado.

Pese a ello, sus obras de corte histórico y biografías son de lo más destacado de su obra. La magnífica biografía de "Fouché" (1929) casi nos permite palpar la Francia de la Revolución Francesa hasta el periodo de la Restauración Borbónica y nos da una visión sin parangón un verdadero animal político; una persona con una prodigiosa capacidad de adaptación a las circunstancias y maestro en mover los hilos desde las sombras. "Momentos estelares de la humanidad" (1927, aunque su forma y extensión definitiva la adquiriría en la versión inglesa de 1940), reune 14 episodios de diversa trascendencia que van desde el asesinato de Cicerón hasta el fracaso del presidente norteamericano Woodrow Wilson en lograr que prosperaran sus 14 puntos, que debían servir de base para un tratado de paz duradero y no revanchista de la 1ªGM. Lamentablemente, en su lugar, se sentaron las bases para el posterior conflicto.

Tuve la suerte de leer este libro en la cuidada edición en tapa dura de Juventud de 1950

"Magallanes, el hombre y su gesta" (1937), es un maravilloso relato de cómo se gestó la primera vuelta al mundo en barco de la edad moderna, desterrando para siempre la idea de una tierra plana, y encontrando, aunque fuera partiendo de un error, el prometido paso por el sur hasta las "islas de las especias" (Islas Molucas, situadas en la parte oriental de la actual Indonesia). 

Magallanes fue un caballero portugués de origen algo oscuro, pero curtido en viajes naúticos, ya que participó en expediciones a las indias siguiendo el contorno del continente africano, ruta descubierta por Vasco de Gama entre 1497-1499. Gracias a sus contactos con importantes cartógrafos de la época y acceso a la información de los navegantes que volvían de cruzar el Atlántico, se convenció de la existencia de un paso por el sur del continente americano que permitiera llegar a las Molucas sin necesidad de pasar por aguas africanas ni el Índico, donde los comerciantes musulmanes ya estaban bien establecidos y su influencia sobre los gobernantes locales, para evitar la existencia de competencia, era notable.

Fiel a su patria, ofreció en primer lugar el proyecto a Manuel I de Portugal, pero fue rechazado y decidió proponerlo al monarca español, Carlos I, quien si lo aceptó, firmándose una capitulaciones con los términos del acuerdo en caso de éxito de la expedición. Toca recordar que en 1494 se había firmado el Tratado de Tordesillas, que establecía las respectivas áreas de influencia de la corona portuguesa y española en el Atlántico y en relación a la conquista del Nuevo Mundo, pero que también suponía que la ruta a las Indias por el Cabo de Buena Esperanza quedaba vedado para la corona española. Así, no es de extrañar el interés del monarca español en una ruta alternativa que evitase el conflicto con los portugueses.

Tras una meticulosa tarea de aprovisionamiento y puesta a punto de las cinco naves que formarían parte de la expedición, ésta salió de Sevilla el 10 de agosto de 1519 y sólo una de las naves, la Victoria, completaría la gesta, llegando a Sanlucar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522, comandada por Juan Sebastián Elcano y 18 marinos supervivientes. 

Representación del viaje de Magallanes alrededor del mundo incluido en la edición de editorial Juventud de 1950. Siempre hacia el oeste, hasta el punto de partida

Yendo siempre hacia el oeste, Magallanes encontró el paso al Pacífico por el estrecho que lleva su nombre, logrando cruzar con cuatro de sus naves, ya que una se había perdido en las costas de la actual Argentina, pero después de haber tenido que lidiar con amotinamientos y una hibernada forzosa en el sur de Brasil. No lo pasarían mejor cuando se enfrentaran a los inesperados cien días de navegación por el Pacífico, que les llevó al límite de sus fuerzas, casi sin comida ni bebida, hasta que llegan a los costas de la actual Filipinas, donde Magallanes acabará encontrando la muerte por exceso de confianza en las capacidades militares occidentales frente a los indígenas. Irónicamente, se encontraba a poca distancia de su verdadero objetivo. 

El libro de Zweig nos mete de lleno en el contexto político de la época, el conocimiento científico y las maravillas que se cuentan en relación al Nuevo Mundo y otras regiones que apenas acaban de ser descubiertas de África y Asia. El retrato que se pinta de Magallanes es el de una persona enérgica, tozuda en ocasiones, pero nunca cruel o arbitraria, con una sorprendente habilidad diplomática en su trato con los indígenas, a los que intenta atraer desde un trato entre iguales más que someter por la fuerza, como hicieron los españoles tras su muerte. Las dudas, el sufrimiento, la desesperación y la alegría de la tripulación se suceden a medida que se superan obstáculos, pero siempre con una desconfianza de fondo hacia ese portugués barbudo y menudo, del que los españoles nunca se acaban de fiar.

La conclusión a la que llega Zweig, que la historia no ha sido todo lo justa que debiera con Magallanes, no deja de tener una parte de verdad. Fue Elcano quien se acabó llevando la gloria, pese a que fue uno de los primeros amotinados contra Magallanes, quien le perdonó la vida. Con todo, hoy día se le reconoce en mayor medida el mérito que merecía y, la visión del propio Zweig, igual se dejó llevar por prejuicios sobre los españoles, aunque en lo esencial es más que correcto y cuidadoso con los datos históricos objetivos.

Si ya han leído obra de Zweig, sigan haciéndolo, si no lo han hecho, no pierdan la oportunidad de comenzar.


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