domingo, 8 de diciembre de 2024

La batalla de Galípoli: Un episodio épico de la 1ª Guerra Mundial

Pronto se cumplirán 110 años de la Batalla de Galípoli (Çanakkale Savaşı) uno de los episodios más épicos y emotivos de toda la 1ª Guerra Mundial, en que las bajas conjuntas de ambos bandos superaron ampliamente el medio millón, con más de cien mil muertos, pero que eventualmente sentaría las bases para la fundación de una nueva Turquía y, en el caso de los ANZAC, afianzaría la unidad política australiana, que existía como tal desde hacía poco más de una década, y la conciencia nacional neozelandesa.

Al inicio de la Gran Guerra, el debilitado Imperio Otomano tomó una pésima decisión y entró en guerra del lado alemán. Las potencias aliadas, demasiado condescendientes, desdeñaron las capacidades militares otomanas, lo que se demostró un error fatal. Ciertamente existían fallos, pero no dejaba de ser una fuerza numerosa y motivada en la defensa de su patria.

Churchill defendió desde el inicio la necesidad de controlar el estrecho de los Dardanelos para poder proveer de armamento al Imperio Ruso, que se encontraba rodeado de enemigos (Imperio Alemán, Austro-Húngaro y Otomano), así como para intentar atraer hacia la Entente a Bulgaria y Grecia, creando un nuevo frente. No se logró el objetivo y la Rusia zarista acabó cayendo por la revolución bolchevique, con funestas consecuencias.

Mustafa Kemal (cuarto por la izquierda) en los Dardanelos. Imagen de dominio público. Fuente: Australian War Memorial

Desde el inicio, la campaña fue un desastre porque los turcos, a quienes los aliados habían mirado desdeñosamente, estaban comandados por Otto Liman Von Sanders (1855-1929) y tenían entre sus filas al teniente coronel Mustafa Kemal (1881-1938). Ambos fueron capaces de prever los movimientos enemigos y preparar la defensa en consecuencia. De hecho, los primeros y torpes intentos de tomar los Dardanelos se vieron frustrados por la inteligente colocación de minas y redes submarinas. Igualmente, se reforzó el número de efectivos en tierra, con un elevado grado de movilidad.

Así, cuando el 25 de abril de 1915, los ANZAC (Australian and New Zealand Army corps), inician el desembarco y logran establecerse en la llamada Cala Anzac (Anzac koyu), apenas se moverían de allí en ochos meses, hasta su evacuación final en diciembre del mismo año. Ello no significa que no hubiera enfrentamientos, por el contrario, estos fueron tenaces y constantes por ambos bandos, con las pérdidas humanas que conllevó. Por ser, además, respetuosos con la verdad histórica, es preciso recordar que, junto con los ANZAC, desembarcaron cuerpos expedicionarios británicos, franceses, indios y senegaleses.

Cabe destacar la ofensiva otomana de 19 de mayo de 1915, que concluyó estrepitosamente para estos, con tal cantidad de bajas que llevaron a la única tregua oficial de la campaña para poder retirar los cuerpos que quedaron atrapados en tierra de nadie. En esta ofensiva caería el camillero australiano John Simpson Kirkpatrick (1892-1915), quien no llegando a estar ni un mes allí, se hizo increiblemente popular por sus rescates de compañeros heridos a lomos de burros y contribuyó a la creación del conocido como "espíritu Anzac" (Buen humor, compañerismo, coraje, cierta irreverencia ante la autoridad y desdén hacia las diferencias de clase; una suerte de idealización de la forma de ser australiana). 

Sello conmemorativo australiano del 50 aniversario de los ANZAC en 1965 con el reconocible burro de John Simpson Kirkpatrick

En la retirada de la Cala Anzac, en diciembre de 1915, hay que reconocer el ingenio aliado, al lograr encubrir la progresiva disminución de tropas mediante dispositivos de tiro automático y otras argucias, pero debiendo abandonar una abundante cantidad de armamento, del que rápidamente se apoderaron los otomanos, siempre escasos de material de artillería y municiones.

Con posterioridad, en 1934, se atribuyó a Atatürk una emotiva carta a las madres de los ANZAC:

"Esos héroes que derramaron su sangre y perdieron la vida... Ahora yacen en el suelo de un país amigo. Por tanto, descansen en paz. Para nosotros no hay diferencia entre los Johnnies y los Mehmets donde yacen uno al lado del otro aquí en este país nuestro... Vosotras, las madres que enviasteis vuestros hijos desde países lejanos, enjugad vuestras lágrimas; vuestros hijos yacen ahora en nuestro seno y están en paz. Después de haber perdido la vida en esta tierra, se han convertido también en nuestros hijos."

Si bien existen dudas razonables sobre si estas palabras en concreto fueron pronunciadas por Atatürk, lo cierto es que no estaría muy lejos de lo que pensaba, teniendo en cuenta que la esencia del anterior texto se encuentra recogida en otras declaraciones o escritos. Mustafa Kemal siempre mostró un exquisito respeto por el adversario, sobre todo cuando este había mostrado su valor, y ya había dado muestras en el pasado de esto. Así, tras la toma de Esmirna en septiembre de 1922, cuando se le ofrece pisotear la bandera griega (la turca había sido repetidamente pisoteada por los griegos, que ocuparon militarmente la ciudad desde 1919), dijo lo siguiente: "Las banderas son sagradas; Nadie tiene derecho a faltarles al respeto, incluso si es tu enemigo."

En 1930, Ataturk, elogió específicamente a los ANZAC en medios australianos, diciendo: “Cualesquiera que sean las opiniones que nosotros, las generaciones presentes o futuras de turcos, podamos tener con respecto a lo bueno o lo malo de la guerra mundial, lo haremos. Nunca sentiré menos respeto por los ANZAC y sus hazañas cuando lucharon contra nuestros ejércitos... Estaban más cerca de lograr lo aparentemente imposible de lo que nadie en el otro lado se da cuenta".

Ataturk, dijo al Daily Mail de Brisbane el día de Anzac de 1931 que los ANZAC fueron un digno enemigo: "Los turcos siempre pagaremos nuestro tributo en el suelo donde la mayoría de sus muertos duermen en las tierras baldías azotadas por el viento de Galípoli".

Igualmente, el día de Anzac de 1934, Ataturk escribió en el periódico australiano Star: “El desembarco en Galípoli en abril de 1915 y los combates que tuvieron lugar en la península nunca serán olvidados. Mostraron al mundo el heroísmo de todos aquellos que allí derramaron su sangre. Cuán desgarradoras fueron para sus naciones las pérdidas que causó esta lucha”.

Sello turco conmemorativo del 50 aniversario de la batalla de Galípoli, que muestra el memorial erigido en honor de los contendientes en Çanakkale

Hoy día, Çanakkale sigue siendo un memorial y recordatorio de la valentía y resistencia unos hombres, de ambos bandos, que hubieran preferido no enfrentarse y perecer en la flor de la juventud, y a los que se debe un reconocimiento por su sacrificio. También es un caso inédito en que a un comandante enemigo se le realiza un abierto reconocimiento, como en el caso del Memorial Kemal Atatürk en Canberra.


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