domingo, 23 de junio de 2013

Apuntes al natural de un erasmus en Suecia (5) Kiruna

Los años pasan, pero los recuerdos permanecen y, en este caso, con gran cariño. Como ya mencioné en entradas anteriores, la experiencia erasmus es mucho más que lo estrictamente académico y, lamentablemente, algo menos salvaje en la mayoría de los casos que las bacanales romanas que algunos imaginan. Otra cosa es que genere material para incontables anécdotas, reales o aderezadas con un poco de imaginación. Por fortuna lo siguiente es algo bastante real y tangible: el lejano círculo polar ártico y el famoso hotel de hielo de Kiruna.

El International Committee (aun se conserva una antigua web aquí) de la Mid Sweden University, formado por estudiantes voluntarios cuya labor y amabilidad nunca podré agradecer lo suficiente, se encargó de organizar para los estudiantes de intercambio una pequeña estancia en Kiruna, situada ya en Lappland (Laponia sueca). Llegar desde Sundsvall suponía ya recorrer casi 900 kilómetros, pero primero tuvimos que ir hasta Östersund para unirnos a un grupo de estudiantes del campus que allí tenía la Mid Sweden. No fue un gran problema en el viaje de ida, pero 13 horas de autobús en el de vuelta y un repertorio muy limitado de películas y música, lograron que más de uno estuviera punto de subirse por las paredes.

Östersund visto desde el lago completamente helado. Enero 2005
Östersund es la ciudad más grande y capital de la provincia de Jämtland. En otro tiempo albergó diferentes destacamentos y cuerpos militares que animaban la economía de la ciudad. Sin embargo, hoy día han sido todos disueltos. El lago en torno al que se agolpa la ciudad, queda completamente congelado en invierno, pudiendo ser cruzado en vehículos pesados. Para alguien que lo más frío que suele ver es la escarcha del congelador, es una experiencia increible atravesarlo.

Por fortuna, llegamos sin contratiempos a Kiruna. En lo que se refiere al municipio, es el segundo mayor en extensión del mundo con 20.000 km2, lo que unido a sus escasos 19.000 habitantes uno puede hacerse a la idea que es posible pasar mucho tiempo sin tropezarse con nadie. Siendo finales de enero, la temperatura media rondaba unos agradables -20 grados, estaba todo blanco e incluso nos encontramos renos por las calles (Vale, atados y domesticados, pero en la calle) y pequeñines motorizados en sus carritos que no parecían pasar nada de frio.

Nativos de Kiruna
Tuvimos la suerte de llegar también al final del Kiruna Snow Festival, que se celebra desde 1985, y permite ver magníficas esculturas de nieve (algunas un poco más amateur).

Profesionales y amateurs en el Kiruna Snow Festival
El hotel de hielo, razón última de las 13 horas de viaje en dirección norte, no decepciona. Las habitaciones están diseñadas cada una de un modo diferente, cambiando el diseño cada año. El hotel cuenta con el consabido bar de hielo y hasta un karaoke helado. Lo de dormir es lo único que no acabo de ver claro; de ir al baño en mitad de la noche o a por un vaso de agua, mejor no hablamos. Creo que será mejor dejar que las imágenes hablen por sí solas

El hotel de hielo de Kiruna, bar incluido
Unos amigos alemanes que se habían documentado por su cuenta sobre actividades en Kiruna, pensaban contratar una excursión en trineo de perros y motos de nieve y me invitaron a unirme a ellos. El "sí" fue instantáneo. Al día siguiente nos recogía un hombre con pinta de viejo rockero en una furgoneta un tanto destartalada (que a la vuelta hubo que empujar y cavar un poco debajo, pues se había quedado atascada). Nos esperaban en nuestro destino un par de motonieves y dos trineos de perros. No sé como describir la sensación de ponerse a dirigir un trineo en un paisaje helado, totalmente blanco y reflejando el débil sol. Recordaba un poco a los relatos de Jack London sobre parajes helados, vírgenes y salvajes, del Norte. Es algo que no olvidaré jamás, y confío en poder repetir algún día.

Listos para ir por parajes helados
Perros listos para partir y ya descansando al anochecer
 Hasta el atardecer pareció sonreirnos.

Atardecer en Lappland
La vuelta, como ya adelanté, se hizo interminable, aunque una breve parada en Jokkmokk, apenas 200 km al sur de Kiruna, y con un poco de sol, permitió estirar las piernas y disfrutar de un ambiente que invitaba al sosiego.

Jokkmokk
Quizás sea mucha imagen y poco texto en esta ocasión, pero resulta difícil expresar lo que Suecia supone para mi y para muchos de los que han estado y han dejado una parte de sí mismos en esta preciosa tierra. Para aquellos que ya han estado, confío en haber inspirado buenos recuerdos, para los que están por ir, no se sentirán decepcionados.

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