lunes, 24 de marzo de 2014

Erdogan le pone puertas al campo

Un pájaro amordazado es lo que quiere Erdogan, pero no lo logrará. Fuente: ilustración de Enrico Bertuccioli
La situación de Turquía, aparte de por razones personales que me ligan a este país y el hecho de ser un gran admirador de Atatürk, me resulta al mismo tiempo triste y esperanzadora. 

Triste porque, a pesar de que Erdogan ya no se moleste en disimular sus intenciones autoritarias y haya cada vez más contestación popular a sus barrabasadas, ni aún así hay visos creibles de que deje el poder o que pierda las elecciones a corto plazo. Lamentablemente, la oposición no goza de líderes con un gran carisma o con el talante y la habilidad adecuada para plantar cara al nuevo sultán y conseguir el apoyo popular necesario para convertirse en una alternativa creible. Aunque haya votantes desencantados del AKP que puedan dejar de votarles o votar a la oposición, no serán suficientes según todos los sondeos para lograr un vuelco electoral en las elecciones locales de este 30 de marzo.

Esperanzadora, porque Turquía, a pesar de los intentos de Erdogan, tiene una población notablemente educada y con acceso a las nuevas tecnologías que, con buen criterio, interpreta como absurdas las medidas que Erdogan toma para controlar internet. Miren ustedes, a este brillante estadista se le ha ocurrido que es posible ponerle puertas al campo y bloquear internet. La historia ya viene de tiempo atrás, cuando fue bloqueado youtube (siguiendo el ejemplo de regímenes totalitarios de diversa ralea). Por fortuna, siguiendo el ejemplo de los internautas de esos países que sirvieron de precedente, los turcos no fueron diferentes y siguieron accediendo, aunque fuera dando un pequeño rodeo, a los servicios supuestamente bloqueados. 

Ahora, el AKP de Erdogan se encuentra acosado por todos los flancos por acusaciones, con indicios bastante claros -pero respetemos la presunción de inocencia-, de presunta corrupción. Estas acusaciones han afectado ya a su gobierno, hasta el punto que en diciembre de 2013 se vio obligado a remodelarlo casi por completo tras la dimisión de tres de sus ministros por esta causa. Con unos modos que hacen que, con todas las críticas que podamos hacer a la justicia española y el debate sobre su independencia mayor o menor del poder político, podamos considerar que nuestro país es modélico, el gobierno de Erdogan no se ha limitado a dejar que la justicia siga su curso e investigue los hechos, sino que ha apartado de la investigación a cuantos fiscales, jueces y miembros de los cuerpos de seguridad ha podido.

La gota que ha colmado el vaso de la siempre exigua paciencia de Erdogan (y aún más exiguo sentido de la realidad y de lo que un estado democrático supone) ha sido la filtración de una serie de archivos de audio en que supuestamente se oye a Erdogan dando consejos a su hijo en relación a dinero negro y otro en el que se le oiría tratando de influir en un juicio, para que se condene al propietario de un medio de comunicación hostil (suena muy chavista esta práctica, ¿no les parece?). Entonces, bajo mascarada de legalidad y defensa contra la difamación que no se cree nadie, y alegando unas resoluciones judiciales previas (sí, tenían que ver con Twitter, pero eran casos particulares de difamación en los que nunca se pidió el cierre de toda la plataforma), decidió ejecutar el bloqueo de Twitter en Turquía valiéndose de la ley mordaza de internet recientemente aprobada, que dotaba a la Bilgi Teknolojileri ve Iletişim Kurumu (Autoridad de Tecnologías de la Comunicación y la Información) de poderes extraordinarios para ello. Si les recuerda también al caso español en relación con enlaces de internet (y más cosas), sí, es el mismo caso de cierre administrativo que viola el principio de seguridad jurídica y la tutela judicial efectiva.

La verdadera razón del cierre es algo tan simple como la cercanía de las elecciones e intentar evitar el daño que nuevas filtraciones pueden hacer de cara al día 30. Por suerte, parece que Erdogan no ha oido hablar nunca del efecto Streisand, que es lo que ha acabado ocurriendo apenas ha tomado tan impopular medida; que la oposición le critique es normal, pero que le crezcan los enanos en su propio partido y encima le salgan respondones, no lo es tanto. Especialmente si uno de esos enanos es el Jefe de Estado de su propio partido, Abdullah Gül, quien se dedica a tuitear en plena prohibición (como algunos ministros de su propio ejecutivo). Es verdad que la relación entre ambos es bastante mala, por no decir inexistente, desde hace meses; y el conflicto interno en el AKP entre los seguidores de Erdogan y del teólogo Fethullah Gülen, y su movimiento Hizmet, que a grandes rasgos podríamos equipararlo al Opus Dei, y al que Gül pertenece, podría explicar este distanciamiento. Además Gül podría estar preparándose para derrocar a Erdogan en las presidenciales del próximo mes de agosto. Este desgaste de Erdogan, en parte fruto de sus propias acciones y en parte de la de sus adversarios políticos, podría ponerle las elecciones en bandeja de plata.

Qué pasará en las elecciones locales lo sabremos pronto, pero lo que ya sabemos es que cualquier intento de bloquear internet o alguno de sus servicios está destinado al fracaso desde el inicio. La política ya no es algo que sólo se pueda debatir en medios de comunicación, sino que ha surgido una ciudadanía activa que aprovecha las posibilidades que las TICs les ofrece para expresar sus opiniones y realizar sus denuncias públicas. En democracia, se está expuesto a la crítica. Si alguien acusa en falso y se demuestra, que la ley caiga sobre él, lo que de hecho está previsto, pero pretender cerrar las vías a través de las que se realiza esa denuncia, resulta tan aburdo como prohibir el papel y el lápiz porque aguien podría escribir algo difamatorio u ofensivo.

Mi estimado Erdogan, no le intente poner puertas al campo.

2 comentarios

  1. J. celebro que no compartas la opinión de Fernandez Díaz ni de Soraya Sáenz de Santamaría sobre la necesidad de endurecer el control de las redes sociales.

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  2. La humanidad esta condenada desarollarse lentamente. La dictatura no es buena y la democracia tiene un lado debil, cuando el pueblo no esta educado y preparado, timadores politicos y votantes imbeciles hacen una alianza. La gente inteligente queda en minoria y arrinconada.

    Alguna veces en el coche abro la emisora, le doy una vuelta, no hay nada por aprender, solo bobadas, parece una conspiracion para atontar el pueblo :)

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