jueves, 13 de agosto de 2015

Las autonosuyas y el proceso independentista catalán

La sátira política no es en mi opinión un género literario menor, sino que es vital para analizar de modo crítico hechos que, por la cercanía temporal, son todavía muy sensibles. Además, una vez pasado el tiempo, su relectura puede llevar a sorpresas sobre lo acertado de su análisis de la situación. Uno de estos libros que habría que rescatar (y película, si no se sienten con ánimo de leer) es "Las autonosuyas", de Fernando Vizcaino Casas.

El argumento es simple: al alcalde la ficticia localidad de Rebollar de la Mata, don Austrasigildo (el muy querido Alfredo Landa), se le ocurre la posibilidad de crear un ente autonómico, siguiendo el ejemplo de otras Comunidades. ¿Qué necesita un territorio y población? convence a los alcaldes de pueblos vecinos para que le nombren presidente de esta comunidad. ¿Qué necesita una hecho diferencial? Pues se hace de la necesidad virtud y no pasa nada. Lo que hasta entonces era un defecto del habla del señor alcalde, transmuta para convertirse en una nueva lengua: el farfullo. La inmersión lingüística comienza pronto, cambiando además el nombre de las calles, de modo que los ciudadanos de Rebollar pueden pasear por la Calle del Falo (antes del Palo) y decirle a la parienta que esta noche follo... con fatatas. Hasta se organizan fiestas de hermandad con otros nacionalistas, que no están especialmente contentos de los derroteros que está siguiendo el proceso autonómico.



Escrito en pleno desarrollo del proceso autonómico (el libro se publica en 1981 y la película se estrena en 1983), se muestra muy crítico con la solución dada por el constituyente para afrontar las demandas de País Vasco y Cataluña, que tuvieron como efecto colateral lo que se conoció como "café para todos". Prácticamente todas las futuras autonomías se subieron al carro y reclamaron el reconocimiento de derechos y hechos diferenciales (y dinero, sobre todo dinero). Se constituyeron administraciones autonómicas que crecieron de modo exponencial, hasta que la actual crisis ha revelado finalmente sus deficiencias.


Tirando de hemeroteca, nos encontramos con que Las autonosuyas no se estrenó en los cines de Cataluña. La empresa que en principio iba a proyectar la película en Cataluña la retiró del cartel supuestamente "por considerar que un proceso histórico y político tan importante en Cataluña no debía ser objeto de un tratamiento cómico". Entiendo que es un modo como otro cualquiera de decir que tuvieron miedo y se autocensuraron. Estas situaciones son siempre una mala noticia para la liberta de expresión, pues en un mercado de ideas libre, debemos ser capaces tanto de expresar nuestras opiniones como de oir las contrarias, y más aún cuando se hace desde la sátira y el humor. La tolerancia se predica respecto a contrarios, no en relación a gente que comparte tu misma opinión con matices. 

El actual modelo autonómico es uno de los muchos posibles, puesto que al no haber precedentes (se inspiró en principio en el sistema de regiones italiano, pero con un resultado muy diferente de aquel), el constituyente sólo diseñó un marco general, que se fue definiendo a base de bandazos políticos. Nada obligaba a la división del país en 17 modelos educativos, 17 sanidades o 17 unidades económicas (la unidad de mercado en España es casi una quimera, dadas las diferencias legislativas entre comunidades). Por ello, en la medida que el modelo es contingente, no es ninguna barbaridad aspirar a redefinirlo dentro de la legalidad vigente. 

El señor Mas, adalid de una independencia en la que no creía hace no tanto tiempo, aspira a redefinir de modo unilateral, no sólo el modelo autonómico, sino el conjunto de España, con la secesión de una parte de ésta si logra una mayoría suficiente que no se acaba de clarificar. Se intenta forzar la disyuntiva entre España y Cataluña, acusando a la primera de todos su males y rodeando de un halo de divinidad a la segunda, libre de todos los males y opresión que el españolismo ha infligido al espíritu catalán. Parece olvidar que la Constitución del 78 y el proceso posterior contaron con un nivel de apoyo popular y compromiso político (conscientes de estar ante un hecho histórico que requería una responsabilidad a la misma altura), que no se da en el caso presente. En un ejercicio de verdadera irresponsabilidad política, huye de los verdaderos problemas que quejan a la sociedad catalana, lo que se ha traducido ya en malos resultados electorales e incluso en la disolución de la coalición que durante 30 años mantuvo con Unió, y se ha lanzado en una desesperada carrera hacia delante para encabezar un proyecto para el que ni está a la altura, ni es el suyo.

¿Alguien se aventura a hacer quinielas sobre que pasará el 27-S?

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