lunes, 28 de septiembre de 2015

Resultados del 27S en Cataluña: Todos han ganado

La interpretación de los resultados de las elecciones catalanas del 27S, me recuerdan mucho a ese cuentecillo de cierto sabio turco, Nasredin Hoca, al que dos demandantes vinieron a exponerle su caso. Oidas las partes, Hoca declaró que ambas tenían razón. Esto causó la perplejidad de su mujer, que entendía que si uno de ellos tenía la razón, forzosamente el otro no había de tenerla. Hoca, con absoluta calma, concluyó que su querida esposa también tenía razón.

Nos encontramos ante una situación muy parecida, incluso quizás más clara: los partidos nacionalistas han obtenido una mayoría en escaños, pero no en votos; los no nacionalistas una mayoría en votos pero no en escaños. A priori, los dos pueden vender una victoria, y de hecho lo hacen.

Para el nacionalismo catalán, los resultados son más que suficientes para llevar adelante su agenda independentista y declarar en 18 meses un estado catalán independiente.  Aquí es donde comienzar a ser necesario matizar y analizar en detalle la mayoría en escaños obtenida por los independentistas. 

Junts pel Sí ha obtenido 62 escaños, todavía lejos de la mayoría absoluta. Su única opción de seguir adelante es contar con el apoyo de la Candidatura d´Unitat Popular (CUP), que ha dejado claro en númerosas ocasiones que no lo daría si Mas era el candidato a President, además de exigir también una mayoría en votos del 55% (la cifra no es baladí, sino la misma que la Unión Europea exigió para el reconocimiento de la independencia de Montenegro en 2006). Tocará ver en los próximos días si la CUP se mantiene mínimamente fiel a lo que dijo o si Junts pel Sí y su aparato mediático logran poner presión suficiente sobre ellos como para conseguir que transijan. De hecho, a pesar de las diferencias ideológicas entre ambos, la CUP puede tenerlo difícil para justificar ante sus votantes que no apoyen un bien superior, como es la creación de un estado catalán, por nimias cuestiones morales.

Para el bloque no nacionalista, los resultados muestran justo lo contrario, que el independentismo en Cataluña no cuenta con una mayoría social. Debo decir que, con alguna matización, estoy de acuerdo. Si con años de inmersión lingüistica y adoctrinamiento nacionalista en la educación catalana, con la violación sistemática del derecho de padres y alumnos a tener como lengua vehicular el castellano, o el uso desvergonzado y partidista de instituciones y medios de comunicación públicos al servicio del independentismo, silenciando o ninguneandoa voces críticas, lo más que ha logrado en conjunto es un 47% de los votos, es que quizás no sean la mayoría que creen ser, sino solo los que gritan más porque se sienten más envalentonados.

En cualquier caso, estamos ante resultados que evidencian una grave e intensa fractura social de difícil solución. El independentismo ha creado con éxito una imagen de Cataluña como víctima, bajo el yugo de una España opresora, y en situación de agravio continuado. Da igual que no sea verdad. Lo bueno de la campaña electoral es que ha sacado a la palestra temas incómodos que han sido obviados durante mucho tiempo por el independentismo, como el de la nacionalidad de los futuros catalanes independientes o la viabilidad económica de la misma (Señor Mas, no es inmoral que a uno le recuerden los riesgos de sus propias acciones).

Sobre la viabilidad económica, apenas hablaré. Los independentistas se han compuesto su propio cuento de la lechera partiendo de apriorismos que saben no se van a dar. Cataluña es una potencia económica dentro de una España unida, una eventual salida no la convertirá de la noche a la mañana en una Dinamarca. Y menos aún en miembro de la Unión Europea.

La nacionalidad de los futuros catalanes independientes es un asunto que los nacionalistas no quieren responder con seriedad. Da la sensación, como apuntaba Margallo, que quieren un estado independiente con 7 millones de españoles. Por otro lado, los tratados de la UE son bastante claros sobre el tema de la secesión, más aún si no es consensuada y se hace con obvio desprecio de la legalidad, y obligan al nuevo estado a pedir su ingreso en la UE, que debe ser aprobado por unanimidad. Es dudoso que tal cosa ocurra, pues sería como tirar piedras sobre su propio tejado a muchos países europeos que también cuentan con diversos movimientos independentistas en su interior.

Haré una locura y pediré algo de cordura y reflexión al bloque nacionalista. Preguntense si de verdad el futuro será tan brillante, límpido y cristalino como les prometen o si se trata de una huida hacia delante de líderes que no han sabido ni querido afrontar la crisis económica y social de los últimos años y han preferido crear un chivo expiatorio al que culpar de sus propios fracasos.

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