martes, 2 de febrero de 2016

Reseña: El gran debate. Edmund Burke, Thomas Paine y el nacimiento de la derecha y de la izquierda

Ser original en los tiempos que corren es complicado. Mucho se ha escrito, sobre todo en relación a la política, y sólo la pura ignorancia permite que aparezcan líderes que parezcan haber descubierto la rueda, con un discurso "novedoso y fresco". Pero se puede ser original releyendo los clásicos y yendo a las fuentes que explican por qué la vida política actual, con su división preponderante entre derecha e izquierda, es lo que es. Este es el trabajo que ha realizado Yuval Levin en su libro "El gran debate. Edmund Burke, Thomas Paine y el nacimiento de la derecha y de la izquierda", que ahora publica en nuestro país la Editorial Gota a Gota.

Portada de la edición española y fotografia de Yuval Levin en un evento del American Enterprise Institute. Fuente: Wikipedia con licencia Creative Commons
Aunque el nombre del autor pueda resultar poco conocido al lector medio español, Yuval Levin no es un cualquiera. Conocido conservador estadounidense, está graduado en Ciencias Políticas por la American University (Washington D.C.) y cuenta con un doctorado del Comité de Pensamiento Social de la Universidad de Chicago. Formó parte del área de Política Interna de la Casa Blanca y ha escrito para múltiples publicaciones, además de ser editor del National Affairs, revista que analiza desde una perspectiva conservadora, no necesariamente ortodoxa, la política interna, económica, la sociedad, cultura y el pensamiento político.

Lleva a cabo un análisis del nacimiento de la clásica división derecha-izquierda contraponiendo el pensamiento de dos grandes del siglo XVIII, Edmund Burke y Thomas Paine. Confronta las diferentes maneras de aproximación a los conceptos de libertad y autoridad, así como el modo en que podrían ser reformados. La piedra angular de sus diferencias es la Revolución Francesa. Frente a un Paine que se regocija con la caida del Antiguo Régimen, aparece un Burke que la mira, primero con escepticismo y, a medida que se desarrollan los acontecimientos, con verdadero horror. No es que Burke tienda al inmovilismo político, lo único que defiende es que cambiar y progresar es posible, sin necesidad de acabar para ello con las instituciones preexistentes: "Un proceso de curación que busca preservar mediante la corrección". La izquierda defendida por Paine busca sin embargo reformar la sociedad de modo integral basándose en principios racionales abstractos basados en la igualdad natural, como la libertad, la igualdad o la democracia. El problema de tal cambio desde arriba, con una ruptura severa respecto a la tradición, es que no siempre es bien recibido por la sociedad a la que se "libera" o provoca resultados no esperados. Los excesos del periodo jacobino son un claro recordatorio histórico.

El libro señala asimismo puntos comunes, como que debería gobernar una élite dirigente constituida por los más sabios. Sin embargo, mientras que Paine se opone a cualquier tipo de gobierno hereditario, a Burke no le desagradaba. El argumento de Paine se basaba en que el mero hecho de nacer entre la clase dirigente no otorgaba la capacidad innata para gobernar. En realidad, Burke comparte esa opinión y da un gran valor a la educación (él mismo era una persona de orígenes relativamente humildes que había ascendido gracias al estudio y el trabajo),por lo que matiza que los aristócratas no nacen para gobernar, sino que se les educa para ello.

Si lo desean, aparte de la lectura del libro del señor Levin, que recoge profusamente el pensamiento de paine y Burke, les recomiendo acudir a las dos obras principales que dan lugar a la disputa: "Reflexiones sobre la Revolución Francesa" (1790). de Edmund Burke y "Derechos del Hombre: Respuesta al ataque realizado por el Señor Burke contra la Revolución Francesa" (1791).

El libro ha recibido buenas críticas y ha sido reseñado en numerosas publicaciones desde que saliera al mercado en Estados Unidos por parte de The Guardian, New York Times, Washington Post o think-thanks como CATO Institute (de carácter conservador). En algunos casos se le echaba en cara que, mientras creaba un Burke rico y tridimensional, sin llegar a la caricatura, la figura de Thomas Paine era más plana. Alguna otra crítica señalaba que el libro podría haber sido más enriquecedor si hubiera sido un debate a tres, incluyendo la figura de Alexis de Tocqueville. En cualquier caso, nada que desaconseje la lectura del libro, que tiene la gran virtud de dar a conocer todos los matices del pensamiento de Burke, tantas veces simplificado y mal comprendido.

En nuestro país, donde la polarización política es ahora mismo mayor que nunca. Los defensores de la "nueva política" olvidan, cuando no desprecian, completamente a Burke. Toda transición exitosa se ha hecho con un cierto respeto de las instituciones existentes, cuando no con su total colaboración. Toca recordar el papel en España del suicidio a sabiendas de las Cortes franquistas al aprobar la Ley para la Reforma Política. En estos momentos en los que cuesta formar gobierno y se habla tanto de reforma constitucional, hay que echar la vista atrás a momentos más difíciles en que se ha sabido tener altura de miras.

Como politólogo, me parece un libro apasionante que debería estar en toda biblioteca personal. Como ciudadano de a pie interesado en la política, es un libro asequible y muy divulgativo, que merece un lectura atenta. Tenganlo en cuenta para próximas adquisiciones.

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