Si hace escasos días, la situación política era tal que parecíamos abocados a nuevas elecciones sin remedio, ahora se abre una opción plausible de superar el bloqueo, aunque sea a costa de evidenciar la división generada en el Partido Socialista por la huida hacia adelante de su secretario General, Pedro Sánchez. Si hubo un tiempo, tras las primeras elecciones, en que Pedro Sánchez pareció sufrir algo parecido a un ataque de cordura, hoy día parece un mulo terco y miope que confunde sus intereses personales con los del Partido Socialista.
Grandísima representación gráfica del abismo a que puede conducir la política del genial Francesc Vila "Cesc" (¡Arriba Spain! Editorial Península, 1973) |
Los pésimos resultados del PSOE en Galicia y País Vasco han roto la situación de calma tensa que reinaba (sólo interrumpido por el sonido de guadañas y otros instrumentos cortantes siendo afilados) y fortalecido al sector crítico, encabezado por una Susana Díaz que no ha dudado en ofrecerse a ir "en la cabeza o en la cola". No cabe duda que también las declaraciones de Felipe González, manifestando que se sentía engañado por Sánchez, quien le habría asegurado que se abstendría en la segunda votación de investidura, han acabado de dar la puntilla a un Secretario General que, pese haberse presentado el número de dimisiones necesarias para que, en aplicación de sus estatutos internos, la ejecutiva socialista deba disolverse, no se da por enterado ni dimite del cargo.
Estamos ante una situación anómala de verdadera guerra civil en el seno de un partido con una larga historia, pero que está obteniendo uno tras otro los peores resultados de su historia, sin visos de mejora. Esto es lo que este movimiento rebelde ha pretendido atajar, si bien está por ver todavía a dónde conducirá. Tal como están las cosas, y haciendo caso del sentido común, buena parte del PSOE quiere que se forme ya un gobierno. No se trata de que Rajoy les guste más que antes, ni que sean parte del "motín oligárquico" que denuncia Alberto Garzón con una retórica decimonónica desfasada, si no que son conscientes del nulo beneficio que les aportarían unas terceras elecciones. Al menos, con un gobierno formado, existe la posibilidad de exigirle responsabilidades, ejercer de oposición y ganar el tiempo necesario para demostrar al electorado que ha dejado de otorgarles su confianza, que vuelven a ser dignos de ella.
Más le valdría a Pedro Sánchez replantearse la estrategia que ha seguido hasta ahora y llegar a la conclusión logica: lo que no ha funcionado hasta ahora, no lo hará mágicamente esta vez. Dado el punto en el que estamos, nadie espera una súbita conversión como la de San Pablo, pero al menos el fin del no a permitir la investidura de Rajoy. Intentar un gobierno con 85 escaños, sería una verdadera locura. El precio a pagar sería la pérdida del poco crédito que aún le queda al PSOE.
Así pues, para el futuro cercano, le recomiendo encarecidamente a Sánchez que se vaya empapando de ciertos textos que, claramente, nunca han formado parte de sus lecturas: El arte de la prudencia de Baltasar Gracián, que enseña moderación, y el arte de la guerra de Sun Tzu, que le aportará la visión global que necesita para tomar decisiones acertadas. Si con esto no le basta, deberá recurrir a el arte de tener razón de Schopenhauer. Este pequeño opúsculo no enseña a ganar por tener razón de verdad, sino a lograr la sensación y el reconocimiento por parte de otros de haber ganado, con independencia de la verdad objetiva. Porque en ocasiones un idiota seguro de sí mismo, por mor del efecto Dunning-Kruger, puede convencer mejor a una audiencia de cualquier barbaridad que un hombre formado pero que aparente menos convencimiento en lo que dice.
No hay comentarios
Publicar un comentario