jueves, 30 de noviembre de 2017

Reseña: Estupor y temblores

Amelie Nothomb, nacida Fabienne-Claire Nothomb el 9 de julio de 1966 en Etterbeek, Bélgica, es una escritura en lengua francesa muy peculiar; considerada excéntrica en su país, entre otras cosas, con los extravagantes sombreros que suele gastarse. Debido al trabajo como diplomático de su padre, su infancia y adolescencia pasó principalmente entre Japón y China, además de otros países, hasta acabar recalando con 17 años en Bruselas, ciudad en la que se sentía en cierto modo extranjera. Estos inicios vitales, y una cierta chispa creadora, dieron lugar a una escritora inclasificable, capaz de dar lugar a obras cosmopolitas de un costumbrismo tan absurdo que raya en lo surrealista.

Portada de la edición francesa con su particular autora
Este es el caso de Estupor y temblores, una novela corta, como todas las que hace, llena de diálogos ligeros y ágiles que imprimen un ritmo muy dinámico a la narración. La historia en sí es simple: mujer occidental que logra un empleo en una gran multinacional japonesa, pero el trasfondo es mucho más profundo. Es la descripción del choque cultural entre la mentalidad occidental y los códigos no escritos de conducta del lejano oriente, donde muchas veces cuenta más lo que no se dice y las formas que el mensaje en sí.

Los hechos que se describen tienen mucho de autobiográficos, quizá con alguna licencia que otra. Como la autora, que trabajó de traductora para una multinacional japonesa, su alter ego literario comienza a trabajar en una poderosa multinacional japonesa en Tokio. Ya en su primer día de trabajo se percata de que no será tarea fácil contentar a sus jefes. Aunque aplicada en sus tareas,por diferentes razones que escaparán a su comprensión (y a la nuestra, ya se lo adelanto), comenzará un inexorable y humillante descenso a los infiernos, terminando en el escalafón más bajo de la empresa: limpiadora de los cuartos de baño. No le salvarán usar la iniciativa personal, cosa que acaba de hundir cualquier opción que tuviera de no seguir descendiendo, ni el humor, como cuando, estando encargada del reparto de correo en la sección, lo hace al estilo ninja.

La heroina de nuestra historia, teniendo en cuenta que se desarrolla a principios de los años noventa, es una verdadera pionera de las aspiraciones de carrera profesional al mismo nivel de los hombres. En aquella época, y todavía hoy persiste en parte, la rigidez del mercado laboral japonés era máxima y sólo tímidamente unas pocas mujeres accedían a puestos de responsabilidad... a costa de no poder tener familia en casi todos los casos. A día de hoy, apenas un 9% de los puestos de responsabilidad en empresas japonesas están ocupados por mujeres; un porcentaje muy similar al de mujeres que ocupaban en 2016 un puesto en la Dieta Japonesa (9,5% en la Cámara Baja y 15,6% en la Cámara Alta). Pero, ¡ojo!, ha habido mejora, en 1993 el porcentaje en la Cámara Baja era del... 2,7%.

La siempre agitada estación de Shinjuku
Un informe de la OCDE de abril de 2017 señala los principales problemas del mercado laboral japonés para las mujeres. La brecha salarial entre hombres y mujeres alcanza el 27%, sólo superada por Estonia y Corea del Sur. Las jornadas laborales maratonianas y con un exceso de horas extras, siguen siendo relativamente habituales, lo que impide una conciliación de la vida laboral y familiar. A esto se le añade además que Japón invierte de media la mitad que los países europeos en guarderías y jardines de infancia y cuenta con una restrictiva legislación que desincentiva la creación de centros privados. El sistema tributario japonés también desincentiva que ambos miembros de la pareja trabajen a jornada completa y, en parte, explica el hecho que dos de cada tres trabajos a tiempo parcial los lleven a cabo mujeres. En cualquier caso, el envejecimiento de la población por la baja natalidad plantea un desafío que, probablemente, abrirá nuevas posibilidades laborales a la mujer japonesa en los próximos años.

Por si les interesa, existe también una versión cinematográfica con el mismo título de 2003 que recoge con acierto la esencia y el humor de la novela. Confío que disfruten de ambos.

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