Amelie
Nothomb, nacida Fabienne-Claire Nothomb el 9 de julio de 1966 en
Etterbeek, Bélgica, es una escritura en lengua francesa muy
peculiar; considerada excéntrica en su país, entre otras cosas, con
los extravagantes sombreros que suele gastarse. Debido al trabajo
como diplomático de su padre, su infancia y adolescencia pasó
principalmente entre Japón y China, además de otros países, hasta
acabar recalando con 17 años en Bruselas, ciudad en la que se sentía
en cierto modo extranjera. Estos inicios vitales, y una cierta chispa
creadora, dieron lugar a una escritora inclasificable, capaz de dar
lugar a obras cosmopolitas de un costumbrismo tan absurdo que raya en
lo surrealista.
Este es el
caso de Estupor y temblores, una novela corta, como todas las
que hace, llena de diálogos ligeros y ágiles que imprimen un ritmo
muy dinámico a la narración. La historia en sí es simple: mujer
occidental que logra un empleo en una gran multinacional japonesa,
pero el trasfondo es mucho más profundo. Es la descripción del
choque cultural entre la mentalidad occidental y los códigos no
escritos de conducta del lejano oriente, donde muchas veces cuenta
más lo que no se dice y las formas que el mensaje en sí.
Los hechos
que se describen tienen mucho de autobiográficos, quizá con alguna
licencia que otra. Como la autora, que trabajó de traductora para
una multinacional japonesa, su alter ego literario comienza a
trabajar en una poderosa multinacional japonesa en Tokio. Ya en su
primer día de trabajo se percata de que no será tarea fácil
contentar a sus jefes. Aunque aplicada en sus tareas,por diferentes
razones que escaparán a su comprensión (y a la nuestra, ya se lo
adelanto), comenzará un inexorable y humillante descenso a los
infiernos, terminando en el escalafón más bajo de la empresa:
limpiadora de los cuartos de baño. No le salvarán usar la
iniciativa personal, cosa que acaba de hundir cualquier opción que
tuviera de no seguir descendiendo, ni el humor, como cuando, estando
encargada del reparto de correo en la sección, lo hace al estilo
ninja.
La heroina
de nuestra historia, teniendo en cuenta que se desarrolla a
principios de los años noventa, es una verdadera pionera de las
aspiraciones de carrera profesional al mismo nivel de los hombres. En
aquella época, y todavía hoy persiste en parte, la rigidez del
mercado laboral japonés era máxima y sólo tímidamente unas pocas
mujeres accedían a puestos de responsabilidad... a costa de no poder
tener familia en casi todos los casos. A día de hoy, apenas un 9% de
los puestos de responsabilidad en empresas japonesas están ocupados
por mujeres; un porcentaje muy similar al de mujeres que ocupaban en
2016 un puesto en la Dieta Japonesa (9,5% en la Cámara Baja y 15,6%
en la Cámara Alta). Pero, ¡ojo!, ha habido mejora, en 1993 el
porcentaje en la Cámara Baja era del... 2,7%.
La siempre agitada estación de Shinjuku |
Por si les
interesa, existe también una versión cinematográfica con el mismo
título de 2003 que recoge con acierto la esencia y el humor de la
novela. Confío que disfruten de ambos.
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