martes, 26 de diciembre de 2017

La cortina de humo catalana

Las elecciones del 21-D en Cataluña siguen sin alejar del todo el peligro del independentismo en Cataluña. Con todo, nadie esperaba que resolviese de un golpetazo más de 30 años de progresivo adoctrinamiento de la población y, sobre todo, los últimos cinco años de radical deriva soberanista, que la antigua Convèrgencia ha utilizado como cortina de humo para ocultar y no afrontar los problemas reales de Cataluña. 


Para una cosa sí que han servido estas elecciones, y es para evidenciar que la sociedad catalana se encuentra fracturada en dos partes con posiciones muy distantes; no tanto porque lo que los independentistas llaman "la monarquía del 155" se haya radicalizado, sino porque los independentistas hace mucho que dejaron la senda del pragmatismo y destruyeron el "oasis catalán". La sociedad abierta en que se podía debatir libremente sobre política, desapareció y transmutó en algo similar a los peores tiempos del PaísVasco. Si se quiere volver a un punto de equilibrio, el bloque soberanista debe entrar en razón y reconocer la realidad tal como es, y no como creen que debería ser.

Es hora de que el independentismo asuma que obtener, en unas elecciones autonómicas con todas las garantías, menos de la mitad de los sufragios, y encima perder dos escaños, no puede servir para hablar de "una mayoría abrumadora" que apoye su proyecto. Es más, no querer referirse al verdadero ganador de las elecciones, Ciudadanos, ni reconocer que enfrente hay una mayoría de catalanes que no se siente identificado con el soberanismo, que ha estado callado mucho tiempo y ahora saca pecho, es una peligroso autoengaño.

Lo más sensato en esta situación, es centrarse en los problemas reales de la población catalana, de toda ella, y no continuar con una estrategia de negación de la realidad. Mientras dure la incertidumbre, las empresas seguirán huyendo de Cataluña, como ya han hecho más de 3000 desde la ruptura con la legalidad a principios de septiembre y, de modo acelerado, desde el ilegal referendum de octubre. La Unión Europea y el resto del mundo seguirán, como hasta ahora, sin reconocer sus aspiraciones secesionistas; menos aún cuando el independentismo, que no quiere comprender el por qué de esta negativa, amenaza con una deriva antieuropeista de la que ya hemos visto ejemplos.

Con el paso del tiempo y el avance en las investigaciones de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, vamos conociendo detalles del minucioso plan orquestado por los nacionalistas para forzar, en casi cualquier escenario posible, una independencia unilateral y la mediación de organismos internacionales. Por fortuna, ni tenían las estructuras para que se cumpliera un requisito básico de todo estado soberano, control efectivo del territorio, ni se atrevieron a completar el delito de rebelión y sedición dando orden expresa a los mossos de enfrentarse al resto de cuerpos y fuerzas de seguridad. Dudo mucho que se esperaran siquiera que el PP contara con el apoyo de todas las fuerzas políticas de ámbito nacional para la aplicación del artículo 155 (incluso el más ambiguo de Iglesias, que al no compartir la DUI de modo expreso, por mucho que le costara decirlo en alto, da un apoyo implícito a su aplicación)

Como bien señaló el Rey Felipe VI en su discurso de Nochebuena: "Respetar y preservar los principios y valores de nuestro Estado social y democrático de Derecho es imprescindible para garantizar una convivencia que asegure “la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político”, tal y como señala nuestra Constitución. Porque cuando estos principios básicos se quiebran, la convivencia primero se deteriora y luego se hace inviable.". Convivencia, serenidad, estabilidad y respeto mutuo, frente a enfrentamiento y exclusión, son algunas de las cosas que también pide el monarca a los representantes del Parlament recientemente elegidos. En la medida que la posición política de las fuerzas no nacionalistas sigue siendo la misma que en las últimas décadas (hablar de crecimiento del nacionalismo español es un absurdo en este país), son los independentistas quienes deben hacer un mayor esfuerzo de autocrítica y de volver a la senda democrática. 

Está por ver si la guerra civil soterrada y postergada entre las principales fuerzas soberanistas, apenas distanciadas por 12.000 votos, en relación a quien debe encabezar un hipotético gobierno de la Generalitat, hará posible un gobierno constitucionalista a pesar de todo. Hay que recordar que la CUP, cuyo batacazo ha sido histórico, ha condicionado su apoyo a JxCat y ERC a la independencia unilateral. Por otro lado, está por ver si Puigdemont volverá (condición indispensable que exige ERC para apoyar su investidura, caso contrario apoyarían la de Fray Junqueras) o mantendrá su exilio voluntario en Bélgica, y que pasará también con el resto de huidos y encarcelados electos a la hora de tomar posesión de sus cargos

Son muchas las incógnitas que quedan por resolver, y seguro que se volverán a apurar los plazos. ¿Qué nos traerá el nuevo año?

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