miércoles, 14 de febrero de 2018

Lecturas para un año (3)

Concluyendo con el proyecto de análisis de mis lecturas de 2017, llego a una zona interesante en que se entremezclan intereses bastante diversos. Confío que las disfruten.

Aunque apasionado de la historia y cultura japonesas, no me había animado hasta la fecha a leer a Yukio Mishima, pero una vez lo hice, tardé poco tiempo en completar su tetralogía de El mar de la fertilidad, un fascinante recorrido histórico y humano de la transición de Japón a la modernidad, con sus errores y sus aciertos. Quizá menos aciertos de lo que Mishima habría deseado, lo que le llevó a realizar el tradicional ritual seppuku como protesta por la pérdida de valores japoneses que apreciaba. La lectura de El pabellón de oro (Kinkakuji) tuvo connotaciones más especiales, pues se produjo tras haber visitado Japón y, entre otras, la ciudad de kioto en donde transcurre la acción. Por cierto, si tienen oportunidad, no dejen de visitar en Kioto el Pabellón de plata (Ginkakuji), les aseguro que es incluso más destacable.



Varias obras japonesas más han pasado por mis manos este año. Una grulla en la taza de te de Yasunari Kawabata, Geishas rivales, de Nagai Kafu, y los Cuentos de Ise de Ariwara no Narihara. Las dos primera novelas nos hablan con bastante libertad y sin ocultar nada de los entresijos de las relaciones adultas. Sorprende incluso la naturalidad y aceptación social, siempre que no sea demasiado escandalosa, con que se trata el sexo y la tenencia de amantes. El tratamiento de la vida íntima en poco se parece a la occidental. El tercero es una recopilación de historias cortas con muchos pasajes poéticos que evocan amores, correspondidos o no, y observaciones espontáneas sobre la belleza de la naturaleza. 
  

Aunque obra inglesa, When Marnie was there (Cuando Marnie estuvo allí) de Joan G. Robinson, tiene ahora un regusto intensamente japonés merced a su adaptación cinematográfica por el estudio Ghibli. Hayao Miyazaki es uno de esos creadores que encuentra inspiración en la literatura. Algunas de sus mejores obras son adaptaciones, más o menos libres, de verdaderos clásicos de la literatura. La obra que nos ocupa, despide un halo de misterio y ternura muy especial. La frontera entre realidad y lo soñado se vuelve difusa, y la protagonista descubre sobre sí misma mucho más de lo que esperaba.

No podía falta algo de ensayo y textos más académicos. Algunos, como el Walden de H.D.Thoreau, son de lectura absolutamente obligada; un clásico del individualismo que contiene valiosas reflexiones que siguen siendo tan contemporáneas como cuando se escribieron: el placer de hacer cosas por y para uno mismo (con un lógico respeto a los demás), el no dejarse llevar por un consumismo excesivo o el leer y formarse más allá de la educación reglada.


Si quieren aprender como funciona realmente la evolución, lean El pulgar del panda, de Stephen Jay Gould, se llevarán más de una sorpresa. La principal, como dice Gould, es que la evolución es una chapucera (lo que supone un ataque directo a los creacionistas y su teoría del diseño inteligente). Con ejemplos como el del pulgar del panda y otros, muestra como diferentes órganos o extremidades pueden evolucionar por convergencia (de modo independiente se llega a estructuras similares) y como otros que tenían inicialmente un uso diferente, pasan a desempeñar nuevas funciones para las que no fueron pensados.

Alexis de Tocqueville es más conocido por obras como La democracia en América, todo un clásico que cualquier politólogo debe leer, y que ya aborda cuestiones como la tiranía de la mayoría y esboza la teoría de la espiral del silencio. Del mismo periodo en que realizó el viaje que le permitiría escribir la anterior obra, existe también un pequeño opúsculo llamado Quince días en las soledades americanas, en que se relata la colonización de la zona de los Grandes Lagos y la expulsión y arrinconamiento de las tribus nativas por el empuje de los pioneros. El texto transmite un sentimiento de nostalgia por un pasado nomuy lejano en que el hombre estaba en equilibrio con su entorno.

La seducción de las palabras, de Alex Grijelmo, es una fascinante reflexión sobre como el lenguaje moldea la mente de quien recibe el mensaje. Con una profusión de ejemplos, muestra cómo muchos intentan dominar los mecanismos del lenguaje para seducirnos y dominarnos; para alterar la percepción que tenemos de la realidad. También examina los vicios del lenguaje que, de modo inconsciente la mayoría de las veces, tiende a perpetuar la invisibilización del papel de la mujer. En suma, un libro que les hará examinar dos veces lo que oyen y quién se lo dice.

No exactamente clasificable como ensayo, aunque muy descriptivo de la situación de los intelectuales en la Rusia Soviética, Cartas a Stalin reune una selección de cartas de Evgueni Zamiatin (más conocido por su distopía Nosotros, donde el individualismo ha desaparecido, sustituido por un omnipotente control del estado sobre la sociedad) y Mijail Bulgakov (su El maestro y Margarita es quizá la más aguda sátira sobre la Rusia estalinista que se ha escrito nunca). En ellas, le solicitan permiso para poder emigrar y abandonar la Unión Soviética, donde sus obras y ellos mismos han sido relegados al ostracismo. A Bulgakov, esta situación lo lleva al borde mismo de la locura, lo que se refleja en el contenido de sus cartas, cada vez más alejadas de la realidad.


En relación a los dos volúmenes de ensayos sobre el fin del imperio otomano y el paso a la moderna república de Turquía (From Empire to Republic. Essays on the late Ottoman Empire and modern Turkey) de Feroz Amad, me parece un periodo apasionante de la historia turca, en el que tuvieron la suerte de contar con un gran líder que supo evitar la división del actual país entre los vencedores de la Primera Guerra Mundial tras el Tratado de Sèvres; teniendo el pragmatismo de restringir Turquía a la península de Anatolia y no intentando recuperar el resto de territorios del antiguo imperio otomano, como Egipto y Siria, sobre los que ya antes del conflicto existía un control más nominal que real. Atatürk reconstruyó y modernizó el país, no sólo en lo material, sino también en la psicología de la población. Atatürk entendió que era esencial separar estado y religión, aboliendo el califato y el sultanato. Además, otorgó toda una serie de derechos sociales e inició una verdadera revolución social: otorgó derechos en plena igualdad a hombres y mujeres; les dio apellidos; abogó por la incorporación de la mujer al mercado laboral y su acceso a la educación superior; e impulsó extensas campañas de alfabetización que llegaron a toda la población, como la destinada a enseñar el nuevo alfabeto latino, que sustituyó el uso del alfabeto árabe, poco adecuado para las características peculiares del idioma turco, que fue depurado con la eliminación de términos árabes y farsis.


Por último, todos tenemos nuestras vergüenzas, esos libros que, pese a pertenecer a autores que adoramos y que tenemos ganas de leer, los vamos posponiendo sine die. Este año ha sido para mi el desquite en relación a El retorno de Don Quijote (en el que he visto muchas reminiscencias de La taberna errante y El Napoleón de Nottinghill; con ese delicioso surrealismo e imágenes en ocasiones oníricas que definen su obra) y El hombre que fue jueves de G.K.Chesterton, una deliciosa comedia que tiene lugar en la Inglaterra eduardiana de policias intelectuales en persecución de potenciales anarquistas... o eso creen ellos.

¿Qué propósitos de lecturas tienen para el nuevo año?

1 comentario

  1. Interesantes y ricas lecturas, José Luis. Gracias mil por tus reflexiones, algunas las tengo pendientes y el buen juicio de tu análisis impulsará a más de una de ellas.

    ResponderEliminar

© La Justicia Como Equidad
Maira Gall