Concluyendo con el proyecto de análisis de mis lecturas de 2017, llego a una zona interesante en que se entremezclan intereses bastante diversos. Confío que las disfruten.
Aunque
apasionado de la historia y cultura japonesas, no me había animado
hasta la fecha a leer a Yukio Mishima, pero una vez lo hice, tardé
poco tiempo en completar su tetralogía de El
mar de la fertilidad, un
fascinante recorrido histórico y humano de la transición de Japón
a la modernidad, con sus errores y sus aciertos. Quizá menos
aciertos de lo que Mishima habría deseado, lo que le llevó a
realizar el tradicional ritual seppuku como protesta por la pérdida
de valores japoneses que apreciaba. La lectura de El
pabellón de oro (Kinkakuji)
tuvo connotaciones más especiales, pues se produjo tras haber
visitado Japón y, entre otras, la ciudad de kioto en donde
transcurre la acción. Por cierto, si tienen oportunidad, no dejen de
visitar en Kioto el Pabellón de plata (Ginkakuji), les aseguro que
es incluso más destacable.
Varias
obras japonesas más han pasado por mis manos este año. Una
grulla en la taza de te de
Yasunari Kawabata,
Geishas rivales, de
Nagai Kafu,
y los Cuentos de Ise de
Ariwara no Narihara.
Las dos primera novelas nos hablan con bastante libertad y sin
ocultar nada de los entresijos de las relaciones adultas.
Sorprende
incluso la naturalidad y aceptación social, siempre que no sea
demasiado escandalosa, con que se trata el sexo y la tenencia de
amantes. El
tratamiento de la vida íntima en poco se parece a la occidental.
El
tercero
es una recopilación de historias cortas con muchos pasajes poéticos
que evocan amores, correspondidos o no, y observaciones espontáneas
sobre la belleza de la naturaleza.
Aunque
obra inglesa, When
Marnie was there
(Cuando
Marnie estuvo allí) de Joan
G. Robinson,
tiene
ahora un regusto intensamente japonés merced a su adaptación
cinematográfica por el estudio Ghibli. Hayao Miyazaki es uno de esos
creadores que encuentra inspiración en la literatura. Algunas de sus
mejores obras son adaptaciones, más o menos libres, de verdaderos
clásicos de la literatura. La obra que nos ocupa, despide un halo de
misterio y ternura muy especial. La frontera entre realidad y lo
soñado se vuelve difusa, y la protagonista descubre sobre sí misma
mucho más de lo que esperaba.
No
podía falta algo de ensayo y textos más académicos. Algunos, como
el Walden de
H.D.Thoreau,
son de lectura absolutamente obligada; un clásico del individualismo
que contiene valiosas reflexiones que siguen siendo tan
contemporáneas como cuando se escribieron: el placer de hacer cosas
por y para uno mismo (con un lógico respeto a los demás), el no
dejarse llevar por un consumismo excesivo o el leer y formarse más
allá de la educación reglada.
Si
quieren aprender como funciona realmente la evolución, lean El
pulgar del panda, de Stephen
Jay Gould,
se llevarán más de una sorpresa. La principal, como dice Gould, es
que la evolución es una chapucera (lo que supone un ataque directo a
los creacionistas y su teoría del diseño inteligente). Con ejemplos
como el del pulgar del panda y otros, muestra como diferentes órganos
o extremidades pueden evolucionar por convergencia (de
modo independiente se llega a estructuras similares) y como otros que
tenían inicialmente un uso diferente, pasan a desempeñar nuevas
funciones para las que no fueron pensados.
Alexis
de Tocqueville es
más conocido por obras como La
democracia en América,
todo un clásico que cualquier politólogo debe leer, y que ya aborda
cuestiones como la tiranía de la mayoría y esboza la teoría de la
espiral del silencio. Del mismo periodo en que realizó el viaje que
le permitiría escribir la anterior obra, existe también un pequeño
opúsculo llamado Quince
días en las soledades americanas,
en
que se relata la colonización de la
zona de los Grandes Lagos y la expulsión y arrinconamiento de las
tribus nativas por el empuje de los pioneros. El texto transmite un
sentimiento de nostalgia por un pasado nomuy lejano en que el hombre
estaba en equilibrio con su entorno.
La
seducción de las palabras, de
Alex Grijelmo,
es una fascinante reflexión
sobre como el lenguaje moldea
la mente de quien recibe el mensaje. Con una profusión de ejemplos,
muestra cómo muchos intentan dominar los mecanismos del lenguaje
para seducirnos y dominarnos; para alterar la percepción que tenemos
de la realidad. También examina los vicios del lenguaje que, de modo
inconsciente la mayoría de las veces, tiende a perpetuar la
invisibilización del papel de la mujer. En suma, un libro que les
hará examinar dos veces lo que oyen y quién se lo dice.
No exactamente clasificable como ensayo, aunque muy descriptivo de la
situación de los intelectuales en la Rusia Soviética, Cartas a
Stalin reune una selección de cartas de Evgueni Zamiatin (más
conocido por su distopía Nosotros, donde el individualismo ha
desaparecido, sustituido por un omnipotente control del estado sobre
la sociedad) y Mijail Bulgakov (su El maestro y Margarita es
quizá la más aguda sátira sobre la Rusia estalinista que se ha
escrito nunca). En ellas, le solicitan permiso para poder emigrar y
abandonar la Unión Soviética, donde sus obras y ellos mismos han
sido relegados al ostracismo. A Bulgakov, esta situación lo lleva al
borde mismo de la locura, lo que se refleja en el contenido de sus
cartas, cada vez más alejadas de la realidad.
En
relación a los dos volúmenes de ensayos sobre el fin del imperio
otomano y el paso a la
moderna república de Turquía
(From Empire to Republic. Essays on the late Ottoman Empire
and modern Turkey) de Feroz
Amad,
me
parece un periodo apasionante de la historia turca, en el que
tuvieron la suerte de contar con un gran líder que supo
evitar la división del actual
país
entre los
vencedores de la Primera Guerra Mundial
tras el Tratado
de Sèvres; teniendo
el pragmatismo de restringir Turquía a la península de Anatolia y
no intentando recuperar el resto de territorios del antiguo imperio
otomano, como Egipto y Siria, sobre los que ya antes del conflicto
existía un control más nominal que real. Atatürk reconstruyó y
modernizó el país, no sólo en lo material, sino también
en la psicología de la población. Atatürk entendió que era
esencial separar estado y religión, aboliendo el califato y el
sultanato. Además, otorgó toda una serie de derechos sociales e
inició una verdadera revolución social: otorgó derechos en plena
igualdad a hombres y mujeres; les dio apellidos; abogó por la
incorporación de la mujer al mercado laboral y su acceso a la
educación superior; e impulsó extensas campañas de alfabetización
que llegaron a toda la población, como la destinada a enseñar el
nuevo alfabeto latino, que sustituyó el uso del alfabeto árabe,
poco adecuado para las características peculiares del idioma turco,
que fue depurado con la eliminación de términos árabes y farsis.
Por último, todos
tenemos nuestras vergüenzas, esos libros que, pese a pertenecer a
autores que adoramos y que tenemos ganas de leer, los vamos
posponiendo sine die.
Este año ha sido para mi el desquite en relación a El
retorno de Don Quijote (en el
que he visto muchas reminiscencias de La taberna errante
y El Napoleón de Nottinghill;
con ese delicioso surrealismo
e imágenes en ocasiones oníricas que definen su obra)
y El hombre que fue jueves
de G.K.Chesterton,
una deliciosa comedia que
tiene lugar en la Inglaterra eduardiana de policias intelectuales en
persecución de potenciales anarquistas... o eso creen ellos.
¿Qué
propósitos de lecturas tienen para el nuevo año?
Interesantes y ricas lecturas, José Luis. Gracias mil por tus reflexiones, algunas las tengo pendientes y el buen juicio de tu análisis impulsará a más de una de ellas.
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