Panorámica de Tokio desde el edificio del Gobierno Metropolitano en Shinjuku |
Tokio es
absolutamente enorme, una verdadera megalópolis compuesta por 23
barrios, que podrían ser ciudades en sí mismas (y de hecho lo
fueron), 26 ciudades, más tres pueblos y una villa. Los aficionados
a las películas del Studio Ghibli que hayáis visto Ponpoko,
recordaréis el modo en que las ciudades se extendieron durante los
años de desarrollo posteriores a la 2ª Guerra Mundial, a costa del
medio natural y las criaturas que lo habitaban, dejando espantosos
bloques de hormigón donde antes había campo. Sin embargo, incluso
estos bloques de hormigón pueden tener su encanto y convivir con
encantadores barrios residenciales como los que aparecen en Shinchan
o Doraemon.
El día y la noche en Shinjuku, parecen dos calles diferentes |
Como ya os
habréis imaginado, aunque las comunicaciones sean buenas, ir de un
extremo a otro puede llevar fácilmente más de una hora. Debéis
haceros a la idea que va a ser imposible verlo todo, más aún si
además queréis pasar tiempo de compras. En Japón amanece muy
temprano y anochece igualmente pronto, así que para la visita a
parques, palacios y templos, mejor que lo hagáis durante las horas
diurnas. Madrugad y dejad la noche para las compras en centros
comerciales y tiendas y para ver el japón de las luces de neón, que
es igualmente impresionante.
Nuestra primera
impresión de Tokio fue nocturna. Apenas aterrizamos, cambiamos algo
de dinero en los cajeros automáticos de cambio de divisa, bajamos a
canjear nuestro JR Pass (aunque no lo activamos ese día) y compramos
el billete para el Narita Express. Nos costó algo más de una hora
llegar hasta nuestro alojamiento, algo normal si tenemos en cuenta
que cruzamos tokio entero de sudeste a noroeste, pero luego fue fácil
llegar al apartamento. Hasta recibimos ayuda de un amabilísimo señor
mayor que estaba paseando al perro y otro chico más joven que se
unió luego. Nunca podré insistir lo suficiente en lo muy educados,
amigables y serviciales que son los japoneses. El día nos permitió apreciar el tranquilo vecindario en que estaba el piso que habíamos alquilado.
Tras una buena
noche de descanso, habíamos quedado para comer en Shinjuku con
algunos amigos japoneses. Llegamos puntualmente y nos llevaron a un
restaurante con unas fantásticas vistas, era un piso 50, en uno de
los rascacielos de Shinjuku. En un país con tanta densidad de
población y tan poco espacio para construir, abundan los restaurantes
y tiendas en pisos altos. Como dato llamativo, a pesar de esta densidad de población elevada, el tráfico de vehículos es reducido. El alto coste de poseer un vehículo, unido a la obligatoriedad de tener donde aparcarlo y la eficiencia del transporte público, hacen que el parque automovilístico japonés sea comparativamente más reducido que en otros paises desarrollados.
Algunos de los rascacielos de Shinjuku vistos desde el Gobierno Metropolitano de Tokio |
Comimos de lujo.
Les habíamos indicado que queríamos ir a alguno de los miradores
del Gobierno Metropolitano de Tokio (el Tocho, acrónimo de Tokyo-to
Chosha...) y alli nos acercamos dando un paseo. Estos miradores están
situados en las plantas 45 de sus torres norte y sur y el acceso es
absolutamente gratuito. No hay excusa para no ir.
Godzilla dándonos la bienvenida en los cines Toho del kabukicho |
Ese mismo día
seguimos de paseo por la zona de kabukicho, llena de todo tipo de
tiendas, bares y restaurantes. Da igual la hora a la que vayas, la actividad es frenética y, como en tantas otras zonas de Japón, parece otro mundo de noche, cuando los neones lo dominan todo. Según por donde lleguéis al barrio, es posible que veais asomar la cabeza de Godzilla por el edificio de los cines Toho.
El primer Don Quijote en que nos
adentramos y del que no queríamos salir estaba justo a la entrada
del barrio; todo tipo de souvenirs, cosillas para picar (como variedades de kit kat con sake) y hasta cabezas de Godzilla colgando.
El barrio rojo de Kabukicho: no se cortan un pelo |
Si te adentras un
poco más, la sede del popular "barrio rojo", con sus
pintorescos love hotels y establecimientos de "placer adulto".
Resultaban muy curiosos los carteles publicitarios de chicos y chicas
jóvenes y guapos anunciados como verdaderas estrellas del pop.
Lo cierto es que resulta un lugar tremendamente seguro y tranquilo, alejado de la sordidez que habitualmente rodea el negocio del "placer adulto".
Akihabara: la meca del otaku |
Esa noche
terminamos en el barrio de Akihabara, la meca de todo aficionado al
manga, el anime y los videojuegos. Todo lo que os hayan contado o
hayais visto en programas de televisión se queda corto cuando uno
está personalmente allí.
El que suscribe estas líneas, rebuscando emocionado entre los tesoros del Mandarake |
Como aficionado desde hace 30 años al
manga y al anime, me resulta casi imposible describir la emoción de
entrar por primera vez en el Mandarake de Akihabara (Podéis ver la
localización y cómo llegar en su página
web oficial en inglés), un edificio de 8 plantas con todo lo
podáis desear en manga, anime, figuras, cosplay y videojuegos.
¿Espectáculo con robots y comida? ¡Vayan sin pensarlo dos veces! |
No podreis andar
sin encontraros con algunas simpáticas chicas vestidas de
sirvientas, que sirven de reclamo para los múltiples maid cafes
de la zona. ¿Que sois aficionados al jpop? Id al de la AK48, ¿Que
os va más el anime? El Gundam cafe os acogerá. Si os gustan los
dos, estáis de suerte, porque estos dos locales están virtualmente
puerta
con puerta apenas sales de la estación de JR de Akihabara
¿Queréis ver cosas más curiosas, como un café cuyo reclamo son
los robots? Robot
restaurant en Shinjuku es lo que buscais.
Espero que os haya gustado esta primera toma de contacto con Tokio.
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