lunes, 6 de noviembre de 2023

Horace Rumpole, un abogado de la vieja escuela

¿Es posible mezclar trabajo, placer y una fructífera vocación literaria? Es una pregunta retórica cuya respuesta es evidente y, para el británico John Mortimer (1923-2009) fue una realidad. 

Abogado, dramaturgo y escritor, compaginó sus diferentes carreras de un modo exitoso y admirable, con tiempo incluso para ser uno de los críticos más acérrimos de Margaret Thatcher, apoyar a Blair y luego odiarlo. Entre 1949 y 1971 estuvo casado con la novelista Penelope Mortimer (1918-1999), de la que se divorciaría tras la progresiva degradación de la relación, además de algunos affaires del propio Mortimer, quien tuvo en total 8 hijos, no todos matrimoniales. Esta tormentosa relación sirvió también como detonante para que Penelope Mortimer escribiera su "El devorador de calabazas", un magnífico testimonio de la gris vida matrimonial de muchas parejas de clase media.

Siguiendo los pasos de su padre, comenzó a ejercer en 1948, especializado en temas testamentarios y divorcios, pero a mediados de los años sesenta tomó un cambio de rumbo que le llevó a dedicarse a casos criminales, destacando en casos relacionados con los límites de la tolerancia y la libertad de expresión. Quizá algunos asuntos parecen superados o meras anécdotas, pero en 1977 fue contratado por Virgin Records para defenderles de la acusación de obscenidad por el uso de la palabra bollocks (cojones) en el título del álbum de los Sex Pistols "Never Mind the Bollocks, Here's the Sex Pistols" así como por distribuir en su cadena de tiendas el citado álbum.

 

Su mayor creación es, sin duda, el personaje de Horace Rumpole en 1975; un abogado peculiar, casado con «Ella, La que Ha de Ser Obedecida», feliz cuando puede tomar unos tragos de vino junto con sus colegas, bien lejos del hogar; de natural cínico, con una flexible medida de la moral humana, logrará sacar a la mayoría de los clientes de sus apuros, convenciendo al jurado de la honorabilidad de los mismos, o logrando que consideren a la parte acusadora como unos memos redomados. Ciertamente, la descripción que hace de los entresijos del sistema legal británico, hace que uno comprenda perfectamente por qué es preferible llegar a acuerdos antes que permitir que un juez tome una decisión que, a buen seguro, no gustará a ninguna de las partes involucradas.

Como compañero de profesión, no puedo dejar de pensar en los hitos que marcó en la defensa de la libertad de expresión, ante unas leyes y sociedad de un puritanismo absurdo. Sin embargo, el peligro para la tolerancia y la convivencia en un estado democrático sigue existiendo, y las nuevas amenazas a la libertad de expresión son mucho más sutiles. El temor a ofender, incluso sin pretenderlo, y recibir una desproporcionada e inmisericorde respuesta por parte de activistas de sofá, dispuestos a degollar a base de clicks a quien encuentren en falta, lleva a la autocensura. 

Mortimer trata en sus libros de temas políticos y sociales desde la perspectiva del humor: la integración de las minorías en el mundo laboral, los clanes criminales familiares, la honestidad de la clase teatral, Shakespeare como método para cortejar menores... con finales ciertamente inesperados, pero que no tengo especialmente claro que otros autores trataran con el mismo valor.

La BBC emitió una adaptación televisiva en siete temporadas entre 1978 y 1992 y la editorial Impedimenta ha editado hasta la fecha dos de los libros dedicados al insigne abogado. Si uno no puede esperar a leer más y quiere hacerlo en la lengua de la pérfida Albión, el número de títulos es ciertamente largo

Si os gusta el humor inglés, de carácter legal y con sabor a Wodehouse y Sharpe, no sé a qué esperáis a sumergiros en los casos de Rumpole ante el Old Bailey.

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