martes, 2 de abril de 2013

Apuntes al natural de un Erasmus en Suecia (3) Alcohol.

Hablar de Suecia y no hablar de alcohol, es como hablar de España y, muy a mi pesar, no hablar de fútbol. Pero que nadie imagine a duros vikingos enfundados en pieles y con cascos de cuernos, cantando himnos y bebiendo hidromiel mientras retozan y brindan con valquirias que les prometen llevarles hasta el Valhalla (aunque viendo las cogorzas de algunos de ellos, estoy convencido que verdaderamente las verán). El sueco medio es una persona educada y amigable, que hace mucho que abandonó el uso del hacha de guerra y el saqueo. Ahora, por fortuna para todos, nos venden diseño, buenos muebles a precios razonables y papel, mucho papel (Aunque a muchos no les suene, la Svenska Cellulosa Aktiebolaget - SCA, es un verdadero gigante gracias al cual muchas mujeres no notan las pérdidas de orina, entre otras cosas)  



Pero no nos desviemos del tema y comencemos constatando un hecho: el precio del alcohol sube de modo espectacular a medida que se avanza hacia el norte de la Europa Occidental. ¿Por qué? En el caso sueco, toca hacer un poco de historia. El país ha tenido tradicionalmente serios problemas de alcoholismo que llevaron durante la segunda mitad del siglo XIX, con el auge de movimientos que promovían la templanza, a una seria y restrictiva regulación del consumo de alcohol, con la intención de terminar con el problema. Cabe recordar que la Suecia próspera, educada y rica que ahora conocemos, guarda poco parecido con el país pobre y atrasado que era hace menos de un siglo. Debo reconocer que, hasta cierto punto, han tenido éxito. 

Hoy día solo se puede adquirir alcohol con graduación superior a 3,5% en una franquicia estatal, Systembolaget, y a un nivel de precios absolutamente prohibitivo para el consumo diario, debido a los impuestos especiales que lo gravan. Pero ahí esta el quid de la cuestión: el consumo diario, porque lo que es el consumo de fin de semana, es rayano en el descontrol alcohólico mas absoluto. De hecho, consumiendo en realidad menos alcohol que otros países de la Unión, como Portugal o España, lo que hacen es concentrar su consumo el fin de semana. Parece que quisieran compensar no haber bebido nada en cinco dias en un par de noches de fiesta. Otros países de su entorno como Noruega, que cuenta con el Vinmonopolet, y Finlandia, con Alko, tienen regulaciones similares debido al mismo problema de fondo, si bien aquí el límite de graduación alcohólica que se puede adquirir fuera de dichos establecimiento, sube hasta el 4,7%.

Mucho se ha criticado este sistema, sobre todo desde que Suecia ingresó en la Unión Europea y se ha visto obligada a llevar a cabo medidas de liberalización del sector. Siendo verdad lo dicho en el párrafo anterior, ahora, bares y restaurantes que obtengan la licencia pertinente pueden adquirir alcohol a proveedores privados y venderlo. Además, desde 2004 no existe limitación de la cantidad de alcohol que un particular puede traerse de otro país (véanse las escapadas en ferry a Helsinki, Åland, Rügen o Tallin, o en ferrocarril y coche a Dinamarca). Esto ayuda a explicar que en estos momentos, apenas el 30% del alcohol que consumen los suecos provenga del Systembolaget. Aunque este turismo del alcohol no es único de los suecos: Los noruegos van a Suecia a comprar, los suecos a Finlandia, Dinamarca, Estonia y Alemania, los daneses a Alemania y los Finlandeses a Estonia. Parece una reproducción de la liga hanseática, pero con un comercio limitado a un producto.

Los precios en 2004-2005, cuando estuve allí, para que todo el mundo se pueda hacer una idea, venían a ser 50 coronas (5,5 euros) por un tetrabrik de vino "Cumbre de Gredos", y de 10 a 20 coronas por una lata de cerveza de medio litro; de licores de alta graduación, ni hablo. Para los estudiantes extranjeros (y para los locales) el precio es siempre un problema; ya se sabe, presupuestos ajustados. No quiero olvidar mencionar los Kårhuset (casas del estudiante), dependientes del sindicato estudiantil (de afiliación obligatoria si querías realizar exámenes) y cuya mayor popularidad radicaba en la venta de alcohol por debajo del precio habitual, pero sólo a estudiantes con carnet. Si venían invitados que no eran estudiantes, había que apuntarles antes en una lista para que pudieran pasar. Guardo un buen recuerdo de la Kårhuset de Sundsvall.

Así que, en aras de la integración con los locales y algunas de sus costumbres, se comenzó a destilar alcohol casero (tipo aguardiente) al modo tradicional. Como abstemio, nunca podré alegrarme lo suficiente de no haber tomado ese mejunje que, aunque no dejó ciego a nadie (cosa que a día de hoy me sigue pareciendo sorprendente), todos aseguraban que tenia un sabor mas bien peculiar. Pero eso fue antes de que descubrieran los saborizantes que ofrecían los supermercados. Aunque mas bien ilegal, la actividad de destilado de alcohol, está claro que era una realidad tolerada. Una serie de efectos secundarios, que incluían unas fabulosas discusiones hispano-britanicas sobre la soberanía de Gibraltar (y con un nivel de dicción y coherencia sorprendente, dada la melopea que llevaban encima ambos encima), dolores de cabeza, pérdida de memoria (sólo de la noche anterior, suerte que había alguien sobrio, yo, para rememorar esos momentos gloriosos), tendencia a la desnudez pública y correr como Dios les trajo al mundo por la nieve, o la necesidad de ser llevado en volandas, cogido de brazos y piernas, a casa, contribuyeron al fin del destilado de alcohol de alta graduación... y el paso a destilar cerveza casera; aunque ahí fue el mal sabor el que hizo desistir de continuar la empresa.

Típicas imágenes de cualquier casa erasmus

Por si las descripciones anteriores han hecho pensar a alguien que los suecos son unos borrachuzos, que se quite esa idea de la cabeza. Cualquiera de sus vecinos bálticos les gana de largo en el bebercio y los actuales jóvenes del botellón españoles tienen ya un master avanzado en el tema. La diferencia es que parecía influir en la sociabilidad de algunos suecos que, aunque te tratasen toda la semana como un desconocido, del viernes noche al domingo podían ser tus mejores amigos, hablarte (gruñir o farfullar, según el grado de intoxicación etílica) e incluso invitarte a tomar algo, para luego no reconocerte una vez sobrios si te los cruzabas por la universidad. Vamos, la aplicación más literal del dicho "hacerse el sueco".

¿Cuál ha sido vuestra experiencia como erasmus? Me apuesto a que tenéis muchas y muy jugosas anécdotas sobre este periodo de vuestras vidas (aunque algunas estén algo borrosas y diluidas entre vapores etílicos)

3 comentarios

  1. Es curioso sociológicamante hablando lo que está ocurriendo con la ingesta de alcohol entre los jóvenes (y los menos jóvenes). La verdad es que no le veo la gracia a cogerse una cogorza todos los fines de semana, con lo mal que se pasa después. A mi, que me encanta el buen vino en las comidas y algún gin tonic que otro, no me compensaría si luego acabara vomitando por las esquinas y con una enorme jaqueca. No los entiendo. ¿Compensa?

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  2. Cuando se ha pasado la barrera entre el tomar por "compartir con amigos" a tomar para ahogar todo en alcohol y perder la cabeza es cuando ya empieza a haber un problema, más si es seguido. Muy buen post,te comento que soy administradora de un directorio web y me encantaría contar con tu sitio web en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes ingresen a tu web también.

    Si estás de acuerdo con la idea, házmelo saber.

    Éxitos con tu web!

    Sonia

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    Respuestas
    1. Gracias Sonia. Comparto totalmente tu opinión. El consumo de alcohol, por un lado, debe ser más moderado y, por otro, un odebe darse cuenta de si lo está pasando bien con los amigos y, al mism tiempo, bebe algo, o si beber es lo único que hace que "se lo pase bien". En cualquier caso los suecos son gente muy maja por la que siento gran aprecio.
      Puedes contar con mi blog para enlazarlo. Será un placer :)
      Un abrazo desde España.

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