lunes, 3 de septiembre de 2018

Ciencia Ficción bíblica: La saga del retorno de Orson Scott Card

Orson Scott Card es un autor singular. De algún modo, todos los escritores de ciencia ficción lo son, por sus trasfondos particulares, manías y creencias; si bien es el único caso que me viene a la cabeza de escritor mormón practicante de este género.


La influencia de la religión en las obras que se desarrollan en el mundo de El juego de Ender puede no ser especialmente clara de inicio, aunque de modo sutil se aprecia en el detalle con que se centra en los sentimientos, las motivaciones y las consideraciones éticas de los personajes; sus interrelaciones personales y las reflexiones sobre la trascendencia de las acciones humanas; y la búsqueda del bien común, pero con respeto del libre albedrío.

La Saga del Retorno, con sus cinco volúmenes, va un paso más allá. Resulta complicado discernir si nos encontramos ante una historia bíblica aderezada por componentes tecnológicos o una historia de ciencia ficción en sentido estricto (dada la variedad dentro del género, eso es todo un logro). También, aunque sea norma general situar la acción de las obras en el futuro, las cifras que usa Card dan verdadero vértigo; donde la mayoría de escritores se contentan con unos pocos cientos o miles de años en el futuro cercano, él pasa a los millones.

Cuarenta millones de años atrás, los humanos abandonaron la tierra, asolada por diferentes cataclismos y conflictos. Algunas de las naves llegaron a un planeta situado a 100 años luz, al que se le dio el nombre de Armonía. Los colonos originales dejaron en órbita una completa red de satélites y una inteligencia artificial con capacidad de influir en las personas, para limitar el desarrollo tecnológico con intenciones destructivas y evitar que lo que quedaba de la humanidad se autodestruyera antes haber alcanzado un nivel de desarrollo moral que hiciera innecesario este control. Tras ese inmenso periodo de tiempo, una parte importante de los satélites y los equipos de la inteligencia artificial comienzan a fallar. Sintiéndose ésta incapaz de cumplir adecuadamente con su cometido, se siente obligada a reclamar la ayuda del misterioso guardián de la tierra.

Aquí es donde comienza la parte bíblica. Un grupo de personas, la mayoría de ellas familia, más sensibles a la influencia de la inteligencia artificial, a la que llaman Alma Suprema y consideran inicialmente como la voz de Dios, reciben mensajes, sueños y visiones, no siempre comprensibles o con sentido aparente, pero que en última instancia les impulsa a un viaje largo e incierto, que tiene como destino final la tierra. Las penalidades que sufrirán tendrán más que ver con los conflictos al interno de la pequeña comunidad familiar que de terceros.

El tono de los diálogos y su contenido parece, y de hecho está, tomado de los textos sagrados mormones. Huele a Antiguo Testamento, la parte más terrible y escatológica, que no escatima en muestras de horror humano y la presencia de un Dios vengativo. A lo largo del libro, los más bajos sentimientos de envidia, celos, deseo de humillar; torturas, asesinatos y manipulaciones para obtener el poder; convivirán con muestras de amor filial, voluntad de paz ante el enemigo (contra el que no se tiene sentimientos de animadversión) y actos aparentemente milagrosos en favor de los justos.

Al igual que en el universo de El juego de Ender, el tratamiento que hace de las luchas de poder y el cambio de lealtades en favor de una postura u otra es magistral. Refleja el dinamismo de las cambiantes relaciones interpersonales y grupales como nadie. Sus personajes pueden ser aparentemente débiles, estar en franca minoría o gozando de un poder (casi) absoluto, pero buscan en todo momento ganarse el respeto de sus semejantes, más que obtener la obediencia a través de la coacción y el temor. Como reza un antiguo dicho: uno puede hacer de todo con una bayoneta, excepto sentarse en ella. Es decir, ninguna fuente de poder duradero puede provenir del uso de la fuerza. Cierto es que la fundamentación para esta conducta virtuosa (y de sentido común si nos ponemos a pensarlo) es religiosa: cumplir los designios de un ser superior, al que no se llega a calificar de Dios. 

A pesar de su innegable poder, la influencia del Alma Suprema y el Guardían de la Tierra sobre los seres humanos intenta ser la menor posible. De hecho, con la suficiente fuerza de voluntad es posible oponerse, lo que refuerza el mensaje del libre albedrío: todos somos responsables de nuestras acciones y tenemos derecho a equivocarnos. Card nos aleja de un universo determinista y nos recuerda qué nos hace humanos.

Las causas sociales son una preocupación para el autor, que refleja en el texto. A la llegada a la tierra, los colonos se muestran ya divididos en dos protonaciones, que pronto se separarán de modo traumático. Los humanos encuentran en el planeta dos especies de mamíferos inteligentes (que han desarrollado lenguajes y cultura), una subterránea y otra aérea, quedando ellos como la gente del medio. La convivencia no siempre será fácil y Card la utilizará como una reflexión acerca del racismo, la segregación racial y la intolerancia; la capacidad casi infinita del hombre para crear nuevas divisiones artificiales que nos separen. Tampoco se quedará callado ante los abusos de la religión o, más bien, los usos abusivos de los que puede ser objeto el poder religioso, mediante la manipulación de la historia y los propios textos sagrados, cuando la escritura y el acceso al conocimiento se encuentra restringido por razón del nacimiento o la clase social.

En relación a la sexualidad, el lector habitual de obras de Card se habrá dado cuenta ya que ésta es descarnada y sin ambages. Como mínimo, el puritanismo que aqueja a muchas corrientes cristianas se encuentra ausente en él. La juventud de algunas de las parejas de la obra, virtualmente adolescentes, no les quita madurez para comprender los deberes inherentes al matrimonio y la igualdad entre sexos. Este es un punto importante: sus personajes femeninos no son meramente decorativos ni viven resignados a su suerte. Destacan por su habilidad, coraje, inteligencia, capacidad de escucha y para tomar decisiones (e influir en las de otros).

Si existen buenas razones para leer a Card, una es saber que nunca encontraremos personajes planos y sin matices, que siempre nos dejará un sabor de boca agradable y nos hará más conscientes de la complejidad y naturaleza dinámica y cambiante de las relaciones interpersonales. No menos importante, las páginas se suceden con fluidez, aunque la acción en sí pueda ser aparentemente lenta y con poca enjundia, porque el lector vive la historia y se mete en la psique de los protagonistas.

1 comentario

  1. Grq ias por tomar el tiempo de escribir esta publicacion. No conocía al autor ni sus o ras y con esto me haz dado un pequeño vistaso de lo que podría encontrar en sus libros.

    Saludos.

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