miércoles, 10 de febrero de 2021

Susurros del corazón: Bildungsroman al estilo Ghibli

Las películas del Studio Ghibli no requieren presentación. Además de la oscarizada El viaje de Chihiro, es raro el adulto actual que no sonría ante la mera mención de títulos como Ponyo del acantilado o Mi vecino Totoro, o ante la frase "un cerdo que no vuela sólo es cerdo", de Porco Rosso. Sus películas abordan temas universales, con un especial énfasis en mensajes pacifistas, de respeto a la naturaleza y juzgar con ecuanimidad a las personas. Películas netamente fantásticas conviven con deliciosos relatos costumbristas, que pueden contar con un cierto componente onírico, como si soñáramos despiertos. Una de esas maravillas es Susurros del corazón (Mimi wo sumaseba), que vio la luz en 1995.


Si bien Hayao Miyazaki e Isao Takahata solían ser director y productor de sus respectivas películas, también sabían delegar responsabilidades y miraban a un horizonte temporal más amplio, por lo que buscaron opciones de animadores más jóvenes que pudieran seguir con el Studio Ghibli una vez se retirasen. El elegido fue el prometedor Yoshifumi Kondo, quien venía trabajando casi una década en el Studio. Por desgracia, falleció de un aneurisma apenas tres años después del estreno de su obra magna.
 

Hayao Miyazaki redactó un guión basado en el manga homónimo de Aoi Hiiragi, sobre una joven preadolescente aspirante a escritora y lectora empedernida, Shizuku Tsukishima, quien descubre consultando las fichas de préstamos de los libros que toma de la biblioteca, que virtualmente todos los ha leido antes que ella otra persona: Kenji Amasawa. Siguiendo a un gato que toma su mismo tren, Shizuku descubre por casualidad una solitaria tienda de antigüedades, que resulta pertenecer al abuelo del misterioso Kenji, como descubrirá más tarde. La creciente amistad y admiración que siente por este chico, de su misma edad, pero aparentemente con sueños para el futuro bien definidos, convertirse en luthier, impulsan a Shizuku a probarse a sí misma escribiendo un libro. Esto no sería malo, si no fuera porque el periodo elegido coincide con el de exámenes y deja de lado muchos otros aspectos de su vida familiar y personal.

La película reune características de las Bildungsroman, se trata al fin y al cabo de una película en que se muestra la transición de la infancia a la etapa adulta, más concretamente la difícil etapa de la pubertad, en que desaparecen las seguridades del pasado y se comienza ser consciente de las nuevas y crecientes responsabilidades, por lo que la sociedad espera de nosotros. Esa relación entre los otros y la creación de una personalidad única, con sus propios propósitos e inquietudes, que no necesariamente coinciden con los generales, provoca situaciones de tensión emocional e incertidumbres. 

No es preciso ni deseable mantenerse necesariamente con la masa para evitar riesgos, por el contrario, es necesario mantenerse firme pero con los pies en la tierra y expectativas realistas, cuando se trata de defender nuestros sueños, pero hay que ser consciente de las consecuencias. Como resume de manera magistral el padre de la protagonista: "No hay solo una forma de vivir la vida. Haz lo que creas que debes hacer, pero te advierto, que vivir de una forma distinta a la del resto del mundo es muy duro. No podrás culpar a nadie en caso de que las cosas no te salgan bien".

No se trata de una amenaza del padre, sino del modo que entiende mejor para apoyar a su hija, con la completa aquiescencia de la madre. Su familia no es rica, sino de clase media viviendo en un pequeño apartamento atestado de libros y muebles, en que se aprovecha cada rincón, pero sí son personas educadas y comprensivas, que respetan el espacio personal de cada uno, se apoyan y confían en la responsabilidad de los demás.

Shizuku lo acepta y continúa con la redacción de su libro, haciendo un trabajo previo de documentación y acabándolo en el tiempo previsto. Adelanto que no es un spoiler suponer que no saldrá una obra maestra, pero el mensaje es otro: haberlo intentado; ponerse frente a la hoja en blanco, el gran desafío del escritor, y sacar de dentro esas palabras que esperan pacientemente a ser reveladas en nuestras cabezas; algo mucho más difícil de lo que parece para el que nunca lo haya intentado.

La protagonista aprende además otras lecciones, como el valor de la espera y la búsqueda del equilibrio entre los diferentes aspectos de la vida. La película invita a tener inquietudes y explorarlas; sacar el lado creativo o simplemente disfrutar con aquello que te hace feliz. Una vez se ha puesto a prueba, comprende que le queda mucho por aprender, que debe seguir practicando y estudiando, pero desde una nueva situación de calma, de evitar el sobreesfuerzo. 

Este mensaje no es baladí, y menos aún teniendo en cuenta quiénes componían el público principal al que iba dirigida la película. En Japón, la cultura del esfuerzo, en ocasiones inhumano, en el trabajo, resulta absolutamente incomprensible para el occidental; hasta el punto de contar con nombre propio: Karoshi. El fallecimiento en Japón por esta causa resulta tristemente común e incluso el equivalente al ministerio de sanidad de ese país reconoce el fenómeno desde 1987. Resulta paradójico que la causa del fallecimiento de Kondo estuviera relacionada con ese mismo exceso de trabajo, mientras trabajaba en La princesa Mononoke.

Otro factor a favor de la película es su banda sonora, muy cuidada como es norma en Ghibli, pero que no fue obra del compositor habitual del Studio, Joe Hisaishi, sino Yuji Nomi. El tema central, "Country Roads" de John Denver pero interpretado por Olivia Newton-John, la versión que de ésta hace la protagonista con su "Concrete roads" y la impagable escena de la misma cantándola a capella con acompañamiento de cuerda, dan un aire nostálgico y esperanzador a la película. Los desafios de la juventud, y de cualquier momento de la vida, existen, pero uno debe demostrarse a sí mismo que puede superarlos o, por lo menos, enfrentarse a ellos y descubrir más sobre sí mismo. Este es un proceso continuo y dinámico que nunca termina, pero eso es lo que nos hace humanos y más interesantes.

También en esta película se incluyó una velada referencia pacifista con la historia de "El barón", la figura masculina de un gato que descubre Shizuku en la tienda de antigüedades, a quien le falta su compañera. Una metáfora del dolor y la separación que implica un conflicto bélico, en este caso la Segunda Guerra Mundial, y una historia de amor interrumpida que únicamente pervive ya en los recuerdos del abuelo de Kenji.

¿Qué película de Studio Ghibli os ha marcado más? ¿Qué os ha hecho sentir?


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