Se crea o no en lo sobrenatural, al ser humano le gusta pasar miedo, o al menos terminar con la incómoda sensación de no saber como explicar determinados fenómenos, incluso si eso no implica reconocimiento de falta de una respuesta racional. La tradición oral de muchas partes del mundo, está repleta de historias de aparecidos, espectros y otras entidades, que no son necesariamente malévolas, pero interfieren con las vidas de los vivos.
Sin embargo, ¿qué hace que una historia de fantasmas merezca realmente esa denominación? Sobre todo, creo que todos coincidiremos en que la creación de la atmósfera adecuada es esencial. Esta atmósfera puede tener en cuenta elementos del clima y la geografía en que se crió el autor, como sería el caso del escocés Robert Louis Stevenson, quien sitúa la acción de muchas de sus historias sobrenaturales en su Escocia natal, en áreas rurales donde predomina la superstición; también puede tratarse de un terror elegante e indefinido, pero causante de una agobiante sensación de opresión, como cuando nos referimos a Henry James y su "Otra vuelta de tuerca"; inclusive, el elemento sobrenatural puede situarse en un escenario actual y estar rodeado de una atmósfera de cotidianidad y racionalidad, como hacía el gran erudito británico M. R. James, quien a su vez se declaraba discípulo de Sheridan le Fanu y parodiaba en múltiples ocasiones ambientes académicos que conocía muy bien.
Se pasa menos miedo leyéndolo en compañía perruna |
Edith Wharton (1862-1937), escritora estadounidense quien terminó afincándose en Francia hasta su muerte, fue al igual que Henry James una representante del mundo cosmopolita de clase alta, donde ubica buena parte de sus trabajos, que gozan de una gran verosimilitud al proceder de su experiencia personal. "La edad de la inocencia" es sin duda el título que viene a la cabeza del lector, pero su obra fue muy amplia y diversa, sin olvidar su papel de mecenas de las artes y labores humanitarias durante la Gran Guerra, que le valió la Cruz de la Legión de Honor del gobierno francés. Su vida personal fue, lamentablemente, algo menos brillante, con un matrimonio infeliz plagado de infidelidades por parte del marido, 12 años mayor que ella, y su idilio, pocos años antes de divorciarse, con el periodista y escritor William Morton Fullerton; relación que no prosperó por el escándalo que hubiera supuesto, no solo la bisexualidad de Fullerton, sino la condición de casada de de Wharton.
Pocos meses antes de fallecer, vio la luz "The Ghost Stories of Edith Wharton" ("Relatos de fantasmas" en su edición castellana), una recopilación de relatos de contenido sobrenatural escritos entre 1909 y 1937. En ellos, muestra un gran dominio en la creación de atmósferas que, de modo sutil, ponen al lector en la mente del protagonista de la historia. En su prólogo, avisa ya de la paradoja que supone para muchos no creer en fantasmas, pero tenerles miedo. A lo anterior, debe añadirse el no darse cuenta de haberse tropezado con uno hasta que todo ha pasado ya.
Los once relatos que componen la recopilación, si eliminamos el elemento fantasmal, tienen un trasfondo de crítica a la alta sociedad que tan bien conocía, sus convenciones y el modo en que ocultaban sus miserias. Temas como los celos, malos tratos, negocios turbios, desfilan por el libro, si bien en segundo plano, pues acabamos verdaderamente atrapados por la opresión que nos produce intuir acontecimientos nefastos por suceder. Con todo, queda algún espacio para el humor, como en "Miss Mary Pask", que nos hará esbozar una sonrisa al final.
Posiblemente todos tengamos algún recuerdo propio o que nos hayan transmitido de fantasmas, ¿cuál es el vuestro?
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